Los habitantes de las remotas islas de Samoa, Kiribati y Tokelau (Nueva Zelanda), en el Pacífico Sur, fueron los primeros en despedir el 2014 y dar la bienvenida al 2015 en el planeta. Las celebraciones en bares y hoteles se alternaron con las tradiciones locales en el archipiélago de Kiribati, a la misma hora (7.00 hora argentina del 31) que en Samoa y Tokelau, la isla más oriental de Nueva Zelanda.
El Estado insular de Samoa comparte las Islas Samoanas con la Samoa Americana, un territorio no incorporado de Estado Unidos situado en el huso horario occidental (GMT-11) y que, por tanto, celebra la Noche Vieja al día siguiente.
El archipiélago es así un lugar idóneo para celebrar el Año Nuevo dos veces, con sólo cruzar de una isla a otra. El año 2015 comenzó a las 11.00 GMT (8.00 hora argentina) en las Islas Salomón, Nueva Zelanda, la pequeña nación de Niue y Tonga.
La capital neozelandesa, Wellington, celebra el último día del año con fuegos artificiales y conciertos gratuitos en su principal parque, mientras que Auckland, la segunda ciudad en el país, saludó el 2015 con las campanadas del reloj gigante de la Sky Tower y una fiesta playera.
Después le tocó el turno al extremo oriental de Rusia y Australia, que sólo en Sídney congregaró a unos 1,5 millones de personas en la bahía para contemplar los fuegos artificiales sobre la emblemática Casa de la Ópera.
En Taiwán, el inmenso rascacielos Taipei 101 fue el protagonista de la noche. Cientos de miles de personas asistieron al lanzamiento de un castillo de fuegos artificiales a medianoche.
En Pekín, la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos de invierno en 2022 centró las celebraciones en el parque olímpico de la capital, en presencia de numerosos atletas y del pianista Lang Lang, consignó "La Nación".
En Europa, el actor estadounidense David Hasselhoff participaba en un concierto gigante al aire libre en la puerta de Brandeburgo.
Miles de personas se congregaron en la Puerta del Sol, en Madrid, para celebrar el Año Nuevo y comer 12 uvas (una por cada campanada).
En Reino Unido, las orillas del Támesis era el escenario de un espectáculo pirotécnico (pago, por cuestiones de seguridad).