Ningún verano en la era kirchnerista ha sido tranquilo. Pero, en otros tiempos, las cuestiones económicas dominaban el debate de los argentinos. La inesperada muerte del fiscal que investigaba a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha cambiado rotundamente el centro de las opiniones. Los eneros de devaluaciones del peso, de acumulación de dólares, de cepos y trabas a los actores económicos y de aumentos a tono con un país que se mueve al ritmo de una inflación de dos dígitos son períodos de un pasado reciente. Mientras los argentinos están de vacaciones, la transición a un cambio de mano en el país vive inesperadas situaciones. Nada es como ayer. La jefa de Estado no imaginó que arrancaría 2015 con una superlativa pérdida de imagen. Cristina pensaba llegar al cambio de mandato siendo la primera minoría en el Congreso. Solo así, según sus allegados, mantendría poder político después del 10 de diciembre. El caso Nisman cambio rotundamente todos los planes oficiales. A tal punto que el Gobierno ya no puede festejar haber sobrevivido al default selectivo declarado el año anterior en la pelea con los fondos buitres. Más allá de las derivaciones políticas de la muerte del fiscal, el escenario económico se presenta complicado para la gestión.
•La cuestión inflacionaria. Si bien las proyecciones privadas dan cuenta de una desaceleración de los precios para el primer semestre del año, del orden del 2% mensual, no hay que perder de vista a marzo, mes en el que arrancan las discusiones paritarias y uno que otro aumento en los servicios. Los gremios han dado señales de que el debate por los salarios no arrancará desde el 23,9% de la inflación oficial sostenida por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) durante todo 2014. Algunos insinúan que el piso será del 30%. Como sucede habitualmente, habrá precios de cobertura por parte de la economía. Eso que en las cuotas de los colegios de nuestros hijos aparece como un reajuste por mayores costos salariales.
•El mundo, ¿se nos viene encima? Las proyecciones acerca de las derivaciones de la situación internacional en la economía doméstica no son para nada halagüeñas. La menor disponibilidad de dólares no nos permite ser demasiado optimistas en cuanto a la evolución de la actividad agregada, sostiene el último reporte del Banco Ciudad de Buenos Aires. El efecto neto de la caída del precio de la soja sobre las ventas externas (-U$S 4.800 millones) y la mejora del balance energético por el abaratamiento del petróleo y sus derivados (+U$S 3.000 millones) sigue siendo negativo, mientras que la floja performance de la economía brasileña tampoco deja mucho margen para la recuperación de las exportaciones industriales. Es decir, mirando para adelante, la restricción externa seguirá operando, limitando la recuperación de la economía argentina. Sobre llovido, mojado…
•La deuda, otro condicionante. Con menos disponibilidad de los agrodólares, el Gobierno tendrá que hacer piruetas para tratar de compensar la caída de divisas, con el fin de atender los vencimientos que se vienen (unos U$S 12.000 millones para este año). El camino más fácil es mantener los sistemas de control sobre la moneda estadounidense y, de ser posible, afianzar su programa para que los exportadores liquiden lo más rápidamente posible sus divisas.
•La deuda interna. Este seguirá la dependencia financiera de las provincias respecto de la Nación con derivaciones electorales. Por caso, la gestión del gobernador José Alperovich tendrá que abonar casi $ 600 millones por el endeudamiento contraído con la Casa Rosada si es que no media otra refinanciación. El nivel de compromiso con la gestión kirchnerista disminuiría a menos de la mitad. No hay que perder de vista que tres de cada cuatro pesos que Tucumán debe tiene como acreedor a la Nación.
La Argentina, modelo 2015, se encamina otra vez a una suerte de aplicación de la ley de la ventaja. Pasan situaciones tan graves en el país, que el referí solamente atina a gritar “siga, siga”, cuando en realidad debería parar la pelota, detener el juego y definir qué hará para salir del abismo.