“Estamos esperando un poco más de lluvias. El martes cayeron entre 4 y 5 mm, muy poco y finito”, resumió Luis González, productor sojero del Este de Tucumán.

En los últimos 30 días, comentó a LA GACETA Rural, “las lluvias en el Sur estuvieron bien, no les faltó mucha agua; incluso, hay zonas con problemas como Rumi Punco. Pero en el Este sí faltó agua; existe un déficit de entre 100 y 120 mm respecto de otras campañas”.

La mayor o menor presencia de agua en el perfil de suelo condiciona el desarrollo de cualquier cultivo, y en la soja resulta fundamental. “Los cultivos de soja están mostrando diferentes desarrollos en función de la cantidad de agua que recibieron”, reconoció. “Además, en algunas zonas cayó granizo, y hasta hubo fuertes vientos, dificultando aún más el panorama hídrico ya complicado. Estimo que hay unas 3.500 hectáreas que sufrieron pérdidas y tuvieron que ser resembradas, como por ejemplo en El Bobadal”, describió.

Ante este panorama, González no dudó en reconocer que “los cultivos de soja están un poco quedados”. Al analizar el tipo de grano y de ciclo utilizados, dijo que “la soja de ‘ciclo corto’ está en etapa de llenado y es la que más sentirá el impacto de la falta de agua; en cambio, la soja de ‘ciclo largo’ tal vez logre recomponerse”, evaluó.

En resumen, dijo que “enero faltó agua en el Este de Tucumán, siendo casi una continuidad de los malos años climáticos que fueron 2013 y 2014”. “Sí sembramos un poco más temprano aprovechando las lluvias de diciembre, pero después nos faltaron más y buenas lluvias, por lo que el desarrollo se retrasó”, reafirmó. La falta de precipitaciones, al menos, le redujo un problema que suele generar muchos dolores de cabeza: menor presión de ‘picudo negro’. “La falta de agua derivó en que la aparición del picudo sea más lenta, en esta campaña tiene menor presión de ataque, porque cuando llueve, a los 4 o 5 días aparece el picudo con mucha fuerza”, describió.

¿Y las malezas?, fue la siguiente pregunta obligada. “Hay mucha presión de malezas resistentes; tenemos un 2015 con muchas gramíneas, donde las aplicaciones con glifosato resultan insuficientes. Por eso, en estos momentos estamos trabajando sobre los lotes más comprometidos.