Las condiciones climáticas imperantes en Tucumán durante los primeros meses de este año, con lluvias frecuentes e intensas, y la probabilidad de que el mes de marzo continúe lluvioso y de que el otoño se presente húmedo -con condiciones que predisponen a una mayor presión de plagas y enfermedades-, obligan a tomar precauciones y medidas para mitigar su efecto negativo sobre la producción de limón. Por eso es necesario disponer de herramientas para la protección del cultivo para la fase final del ciclo de producción, afirmó Marcelo Altamirano, consultor citrícola.

Los objetivos prioritarios en esta etapa del cultivo son lograr que la fruta llegue al momento de cosecha en condiciones adecuadas de sanidad, disminuyendo al máximo la incidencia de enfermedades que se manifiestan en poscosecha y manteniendo a raya a plagas tales como “minador de la hoja”, “cochinilla” y “ácaros”. Sin descuidar obviamente el control de malezas y la provisión de los nutrientes requeridos por la planta de limón durante el período estival.

Menor impacto

A partir de las brotaciones y la floración de la primavera, y hasta el momento actual, se gastó la mayor proporción del dinero presupuestado para proteger la fruta del ataque de plagas y enfermedades, buscando que presente el menor impacto en su cosmética, debiendo redundar en una mayor calidad de fruta percibida por el cliente.

“Sin embargo, hoy, la planta de limón se encuentra en plena actividad fotosintética y de crecimiento continuo, tanto de la fruta como de sus órganos vegetativos, condiciones que son acompañadas por el asedio de algunos agentes patógenos e insectos dañinos que actúan directamente sobre la fruta”, explicó Altamirano.

Las herramientas disponibles para lograr la protección de la producción en esta etapa son limitadas, tanto desde el punto de vista presupuestario como desde la perspectiva del manejo integral del cultivo y el logro de la inocuidad de la fruta como alimento.

“Podemos mencionar un sin número de principios activos disponibles, pero, los que tenemos a mano para lograr la protección en un marco de manejo racional del cultivo son pocos: aceite emulsivo, abamectina, hidróxidos u óxidos de cobre, fosfitos de potasio, magnesio o calcio. Esto es lo que nos obliga a ser muy oportunos y medidos en el uso de los mismos”, resaltó el consultor.

Finalmente, Altamirano indicó que el recorrido de la quinta, el monitoreo de plagas, la evaluación de los datos climáticos y pronósticos, las observaciones fenológicas del cultivo, el análisis de laboratorio y las consultas a los especialistas, son parte del paquete tecnológico que, acompañado con la batería de productos disponibles en el mercado, posibilitará encontrar la solución más efectiva y con el menor costo, y así obtener una fruta terminada con la mejor calidad posible hacia el final del ciclo del cultivo, previo a la cosecha.