En un año electoral la economía bailará al ritmo político. Una vez definido el candidato oficial, se espera más gasto público para incentivar el consumo junto a un probable adelantamiento de paritarias, señala Daniel Abad, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales del NOA (Cesnoa). El ingreso de un período eleccionario tiende a convertir al consumo en el motor de la economía. Sin embargo, el actual tiene ciertas particularidades que pueden resultar un escollo para los planes oficiales de cambiarle el humor a los argentinos que irán a votar a lo largo del año. Por un lado, la escasa capacidad de ahorro que poseen; por el otro, los grandes temas económicos que aún no fueron resueltos por el Gobierno.
Los holdouts continuarán sin resolver en un año donde la deuda a pagar ronda los U$S 13.000 millones, advierte Abad. Otro factor que puede frenar la actividad es que Brasil, principal socio comercial de la Argentina, sigue sin crecer y la baja del precio de la soja presionarán al dólar y a las reservas internacionales del Banco Central. En ese contexto, la baja del petróleo aleja la posibilidad de ingresos de divisas por el megaemprendimiento Vaca Muerta. “Todo ello determina que no habrá posibilidades de una salida inmediata del cepo al dólar y la variable de ajuste continuará siendo la actividad económica porque no habrá suficientes dólares para importar”, indica el titular del Cesnoa. Además, un dólar atrasado contiene la inflación generando una sensación de mayor poder adquisitivo a costa de las economías regionales, completa.
Sin medidas de fondo, al Gobierno no le queda otra variable que recurrir al consumo, cuidando que no se produzcan ni crisis financiera ni cambiaria, mucho menos devaluar el peso. De hecho, la Casa Rosada ha dispuesto incrementos en las jubilaciones y en los planes sociales. Además, están en marcha las paritarias, de tal manera de llegar a las elecciones con cierto oxígeno financiero y social. Según Economía & Regiones, el poder adquisitivo del salario tendría este año una trayectoria con forma de “n”: arrancaría con mejora, para caer en el segundo semestre y cerrando el año apenas por debajo de los niveles actuales.
Según la economista Susana Nuti, entre los consumidores hay una conducta de precaución absoluta tanto por el ingreso como el sostenimiento del empleo. “Por más que se quiera estimular el consumo en cuotas, en este momento hay un gran endeudamiento de las familias, por lo que la conducta del consumidor tiende a ser más moderada, disminuyendo en cantidad y en calidad de las compras que se efectúan”, dice la experta.
Respecto de los planes oficiales de largo aliento, como el caso de los electrodomésticos, Nuti señala que sólo podrán acceder aquellos que tengan saldos para poder endeudarse. “Los precios no son los de antes ni tampoco hay variedad en las ofertas”, puntualiza. En suma, estas conductas trascenderán el año electoral, hasta el año que viene, cuando mejore el humor del consumidor y las expectativas inflacionarias tiendan a disiparse.