No quieren volver a vivir la angustia de la semana pasada. Están preparados para lo peor. Algunos han construido defensas de material a la entrada de sus casas y otros han colocado montañas de bolsas de arena, en un intento por frenar el agua en este tiempo de tormentas. Los vecinos del Canal Norte, en El Colmenar, no quieren revivir la desesperación del sábado y el lunes cuando el agua arrasó con sus muebles, sus ropas y todo lo que tenían. Desde entonces duermen en camas elevadas por bloques de cemento y guardan la mercadería en el lugar más alto de la casa.
La Municipalidad de Las Talitas ha hecho gaviones a lo largo de una cuadra, pero sólo del lado Norte, porque del otro lado del canal le corresponde a la capital y ahí nada se hizo. Quienes viven en las pequeñas viviendas de madera que aún se sostienen a duras penas del lado de la capital ya no tienen nada para perder. Por eso es que ya todos han pedido albergue, de antemano, a los vecinos que viven en zonas más altas y seguras.
“Lo único que nos importa ahora son las criaturas, por eso apenas empiece a llover las vamos a llevar a lugares seguros”, dice Nancy Moreno, mamá de siete hijos pequeños. En la última tormenta tuvo que entregar a sus hijos a los bomberos para que se los llevaran a una escuela. Sólo los adultos quedaron en el asentamiento del Canal Norte para tratar de salvar algo. A su vivienda se ingresa por el pasaje Carlos Berta al 200, que está colmado de basura desparramada por todos lados. “Aquí vive Silvia Albarracín que ahora está trabajando en su carro”, señala Nancy al llegar al borde del canal. “Silvia tiene seis hijos y padece cáncer de útero, pero no se puede operar porque vive con infecciones urinarias. Aquí no tenemos agua, más que esa manguera que se ve allá, que va pasando por todas las casas del asentamiento”, cuenta. “¿Puede creer que nos mezquinan el agua? Si le dan el bolsón con mercadería ya no le quieren entregar el bidón”, dice Nancy. A ella sólo le dieron un paquete de fideos, yerba y un kilo de azúcar para sus siete hijos. Manuela Gómez, su vecina, carga sobre sus espaldas a una sobrina con síndrome de Down. “Vive hace 13 años conmigo y todavía no consigo que me den la guarda legal para poder tramitarle la pensión”, dice. A pesar de su pobreza, en su casa hay lugar para Carla Suárez, que está embarazada de cinco meses y perdió todo durante una de las últimas tormentas, hasta su casilla.
Donan bolsas de arpillera
Por el lado norte del canal, entre Juan B. Justo y William Cross, en Las Talitas, se está limpiando y restaurando el conducto, explica el director de Obras Públicas de Las Talitas, arquitecto Héctor García de Haro. “A los vecinos les estamos entregando bolsas de arpillera para que hagan defensas en su casas”, cuenta. En ese tramo hay alrededor de 150 familias que viven frente al canal.
Por la vereda en ruinas camina un grupo de chicas de la escuela secundaria El Colmenar con sus profesoras y directora. Han ido a llevar donaciones a los vecinos y cada uno le cuenta sus dramas. Están conmocionadas por la historia de una anciana, a quien todos conocen simplemente como Doña Mary. Está discapacitada, postrada en cama, los vecinos le llevan alimentos. Ayer, un grupo de mujeres de la Red Solidaria de pasaje Sarmiento 2.700 fueron a limpiar su casa que estaba llena de barro y basura. “Queremos gestionarle una cuidadora de PAMI”, dijo Melina Morghenstein, que comandaba a las demás mujeres. “Los funcionarios no visitan en todo el año esta zona”, se queja Pedro Miguel Cejas, de Balcarce y pasaje Sarmiento. Lo mismo opina Irma Tiraboschi, en cuya casa se levantaron defensas hechas con bolsas de arena. “No sabe la desesperación que hemos vivido. En el canal el agua hacía olas. Fue tremendo” , recuerda.
Pero nada se compara con la desesperación que vivió el sábado a la madrugada Ana Galván. “Tuvimos que subir a los techos con mi hija y mis dos nietos. Hemos perdido televisión, play, celulares, se nos ha roto una pared...”. Desde entonces las camas y las mesas están elevadas con bloques de cemento. “Lo que más bronca me da es que yo misma pedí por nota a la intendencia de Las Talitas que saquen las losas sueltas del canal y lo limpien, pero no lo hicieron y por eso desbordó”, dice. Cree que ya no tiene mucho que perder, pero, por las dudas, dejó el taxi con el que trabaja su marido en la casa de un pariente.