Fue uno de los directivos presentes en el estadio de Gimnasia y Tiro de Salta para hacer la evaluación final de San Martín de cara al torneo que arrancará el domingo. Claudio De Camilo, vicepresidente que integró la comitiva “santa” en “La Linda”, tomó la palabra después del 3 a 2 y en declaraciones a radio LV12 ofreció su punto de vista de cara a lo que viene.
“Es claro que hubo dos tiempos: el primero excepcional de San Martín y el segundo con errores infantiles. Hay que agradecer que se trató de un partido amistoso”, recalcó el vice, entendiendo que la imagen que los de Darío Tempesta dejaron en el complemento (cuando en menos de 15 minutos Gimnasia y Tiro empató el partido 2-2) deberá ser borrada en los duelos oficiales.
“Los errores, que no fueron de los que ingresaron sino de aquellos que jugarán de titulares en el torneo, desvirtuaron un poco lo que se estaba haciendo. Y se pagaron caro, no te podés dormir un segundo porque después te empatan”, sostuvo De Camilo, pensando en el momento en que San Martín quedó con 10 por la expulsión de Juan Carrera. Eso terminó además con el penal en favor del local.
“Lo bueno es que el equipo pudo ganar y que lo que pasó no es nada que no se pueda revertir en la semana”, dijo después el directivo, viendo ya el vaso medio lleno porque, al fin y al cabo, el equipo se llevó el triunfo que lo hará trabajar más tranquilo pensando en el choque ante Concepción FC, en La Ciudadela.
“Es que la idea es seguir mejorando en estos días y así llegar lo más afilados para no volver a cometer errores. Lo que pasó nos tiene que servir de experiencia a todos: jugadores, cuerpo técnico y dirigentes”, opinó De Camilo, como pidiendo rescatar tanto lo bueno como lo malo para no sorprenderse a la hora de pelear por los puntos.
Después de la autocrítica, el vice volvió a pensar en el gran primer tiempo de San Martín. “La verdad es que hasta fue mezquino el 2-0 en esa etapa, y de haber sido el vice de Gimnasia me habría preocupado en serio”, confesó De Camilo, satisfecho como todo San Martín pero precavido, confiando en que el tiempo que resta de preparación servirá para desechar lo malo y optimizar las virtudes.