Antes que nada, habría que decir que esta victoria pudo haber costado tanto porque San Martín jugó con el peso extra de ser último de la Zona Campeonato y por saber que ganar en casa le era tan complicado como escalar el Everest el alpargatas de yute. Era vencer a Chaco For Ever o despedirse de todo, más sabiendo que ahora le tocará una gira de dos partidos fuera de casa.
Hecha la aclaración, es momento de pasar a los bifes. Lo que en realidad era un partido chato aunque favorable al dueño de casa, por el simple hecho de ser rey del marcador con dos goles de ventaja, como de costumbre, se tornó una pesadilla. No tuvo fútbol San Martín, es cierto. Y tampoco fue inteligente y menos frío cuando tuvo que congelar la pelota. Entonces, todo lo bueno que había logrado entró en ebullición.
Esto es así: Iván Agudiak cambió por golazo un centro de Diego Bucci. “Toro” durmió la pelota con el pecho y después la reventó con un tiro bombeado en el red de Shomber. Gol, al descanso. Y para no desentonar, el “santo” se puso en ritmo con el 2-0 en el amanecer del complemento, a los 2’.
Fue a través del propio Bucci, que congració una contra de Gonzalo Rodríguez y el pase de la muerte de Lucas Chacana. Era una fiesta La Ciudadela. Era como volver a vivir, porque el equipo ganaba por haber sido certero y ambicioso, que era lo que importaba.
Pero esa codicia por la velocidad fue la cruz también. Al no saber cambiar de ritmo ni controlar el pleito como merecía, de una pelota casi perdida, sumado a un grosero error de Carrizo, el estadio de Bolívar y Pellegrini sintió un terremoto grado 9 de la escala de Richter.
Aldo Visconti tiró un centro que fue al arco, Carrizo no despejó, quiso atenazar el balón sobre la raya y lo perdió. Barlesi solo lo tocó. Qué drama, Dios, iban 55’.
A partir de ese momento, entró la tensión. Uribe casi la corta con el 3-1 y Chaco For Ever casi la levanta con el 2-2, aunque se lo anularon. Y bueno, San Martín es campeón del sufrimiento, pero sigue vivo y con chances de ascenso.