Quien tenga a Nueva Zelanda como compañero de grupo en un Mundial, suerte que le ha tocado a los Pumas esta vez, sabrá que lo más probable es que deba pelear por el segundo puesto. Por eso es que muchos se pliegan a la teoría de que es mejor enfocar los esfuerzos en los otros tres rivales (Georgia, Tonga y Namibia) para asegurar la clasificación antes que apostar fuerte de entrada en una mano en la que el rival, los All Blacks, siempre tiene mejores cartas.
De esos otros tres, era Tonga el que aparecía en la previa como el más capaz de pelearle a Argentina el otro boleto a cuartos de final. En parte, por la potencia de sus forwards y la velocidad de su juego, pero también por el antecedente histórico de haber derrotado en el último Mundial a Francia, que terminaría siendo subcampeón. Sin embargo, desde ayer la etiqueta de “rival a vencer” para los Pumas pasó a manos de Georgia. En el encuentro inaugural del grupo D, los “Lelos” demostraron ser, al menos en principio, mucho más peligrosos que Tonga, al que derrotaron 17-10 en Gloucester.
En ese primer tramo de estudio al rival, Georgia se dio cuenta de que podía someter a su rival desde lo físico, asfixiando sus intentos de jugar con una defensa agresiva y siempre bien ordenada, y atacándolo con el juego corto. El try de Mamuka Gorgodze, líder omnipresente, fue una recompensa merecida para ese máquina de tacklear tonganos (sumó 27).
El predominio físico georgiano se notó aún más en el segundo tiempo, en el que siguió imponiendo el ritmo del partido y aumentó la diferencia con un try de Giorgi Tkhilaishvili. No obstante, el descuento de Fetu’u Vainikolo para Tonga, conseguido más por insistencia que por elaboración, delató la incapacidad georgiana de cerrar un partido que había dominado de principio a fin.
Horas de video deben haber pasado frente a los ojos de Daniel Hourcade y sus asistentes en estos meses previos a la Copa del Mundo. Sin embargo, faltaba verlos acá, ya por los puntos, para apreciar en qué condiciones han llegado sus dos próximos rivales.
De Tonga, quedó la impresión de ser una amenaza mucho menor de lo que se temía. Incluso cuando tuvo espacios, lució muy impreciso. Y Georgia, aunque fuerte en las formaciones y muy firme en la defensa, no propuso demasiado en ataque, y por eso le costó cerrarlo. Además, sus pateadores no parecen muy confiables.