El Japón de los milagros

Los nipones hicieron historia al dejar en la lona a puro carácter al bicampeón Sudáfrica.

LA SENTENCIA. JP Pietersen no puede con la zambullida de Karne Hesketh que le dio el triunfo a Japón sobre Sudáfrica en la última jugada del partido del grupo A, que quedó al rojo vivo y en su fecha 1. fotos de reuters LA SENTENCIA. JP Pietersen no puede con la zambullida de Karne Hesketh que le dio el triunfo a Japón sobre Sudáfrica en la última jugada del partido del grupo A, que quedó al rojo vivo y en su fecha 1. fotos de reuters
Si Sudáfrica se caracteriza por ser un tanque sin frenos que embiste todo a su paso, Japón ayer fue un luchador de sumo enfundado en el traje de Superman. Japón cacheteó la lógica del rugby. Japón hizo lo que ni el más optimista de este deporte hubiera soñado: ver a Sudáfrica de rodillas lamentando, quizás, la derrota más cara de su historia como potencia mundial.

El bicampeón del mundo cayó rendido ante la tenacidad de una nación en formación, que apenas había ganado un partido en siete presentaciones mundialistas. Los hijos del sol naciente, rebozados por fuerzas extranjeras nacionalizadas, entendieron que el rugby no es sinónimo de fortuna. El rugby es un juego en conjunto que paga los aciertos y castiga los desaciertos. Y de estos últimos, los “bocks” cometieron por docena. El desorden le costó 15 puntos. Y la desesperación, el resto, una caída traducida en 34 a 32.

Lo curioso del asunto es que, salvo en el inicio, cuando la Cenicienta pasó a ganar por un penal, Sudáfrica pareció mantener en control -dentro de su propio descontrol- a su rival.

Cada vez que Japón lo golpeaba, Sudáfrica respondía. Y viceversa. Pero llegó un punto en que tantas idas y vueltas le jugaron una mala pasada. Fue al final. Con opción de patear a los palos y de sellar el empate en 32, Japón fue por la más difícil. Buscar el try de la consagración. Karne Hesketh lo consiguió con una corrida letal, al minuto 82 y monedas. Increíble.

“Es decepcionante e inaceptable. Tenemos que arreglarlo. Recibimos un golpe directo a la mandíbula. Anotamos cuatro tries pero concedimos bastantes penales. Le pido perdón al país”. Si el golpe de Los Pumas en el ya añejo Rugby Championship pasado había sido tremendo, el de Japón ayer, con este pequeño “obituario” del head coach Heyneke Meyer, lo dice todo.

Japón logró lo imposible. “Es increíble. Todo lo que hemos hecho hasta hoy (por ayer), ha dado sus frutos”, festejaba Fumiaki Takana. Es verdad. “Estaba como en la luna y lloré mucho. Le dedicamos esta victoria a nuestras familias, seguidores, a nuestro entrenador Eddie Jones y a todo el rugby japonés”, agregaba uno de los héroes de una tarde inolvidable en el Brighton Community Stadium.

Y pensar que mundiales atrás Japón había sido víctima de la goleada más amplia de la historia con los All Blacks, en 1995: 145-17. Exactamente 20 años después, con el australiano Jones en el banco, Japón torció su destino y del de un grupo A (completan Samoa, USA y Escocia) que ahora está para cualquiera.

“...Estoy avergonzado. Todo el reconocimiento para Japón y cómo supo ganar el encuentro. Es una derrota tremenda para nosotros. Difícil de asumir”, lamentó el capitán Jean de Villiers.

Pero como esto es un Mundial, todo lamento muere en un partido, porque la vida continúa, porque queda mucho rugby por delante.

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