Pasaron 12 años, pero los recuerdos de aquella final en Córdoba todavía están frescos. Aunque Los Tarcos había hecho todo para ser el primer campeón tucumano en el Torneo del Interior, Tala reaccionó en los últimos minutos y dio vuelta el resultado. “Recuerdo que al bajar del colectivo se me puso la piel de gallina al ver la cantidad de gente que había. Y cuando el partido terminó, había personas que nos abrazaban y nos agradecían por el partido que habíamos hecho”, relata Juan Pablo Espeche, uno de los pocos que vivió aquella definición desde adentro y que hoy tendrá oportunidad de tomarse revancha. Será a partir de las 15.40, cuando los “Rojos” salten al césped para recibir a Jockey de Rosario, por el título del Interior y una plaza para la región en el Nacional de Clubes 2017.
“Hemos acumulado algunos golpes en estos 12 años, je”, bromea Gerardo Perdiguero, otro de los sobrevivientes de aquél inolvidable 2004. La diferencia está en que aquél era un equipo más maduro, más asentado. El de hoy es muy joven, y eso me alegra mucho”, asegura el tercera línea.
“El Tarcos de 2004 tenía un pack muy aguerrido con el que te sometía. Hoy quizás no se apoye tanto en el pack, sino que es más integral. Tenemos tres cuartos muy fuertes y habilidosos, lo que hace que ahora seamos un equipo muy completo”, comparó Omar Moallah, pilar de aquel pack que metía miedo.
Gustavo Agüero, entrenador de Los Tarcos finalista hace 12 años, vuelve a vivirlo en su rol de conductor junto a Omar Portillo, quien por entonces era jugador, y Ricardo Gravano. “Con algunos de estos muchachos viví cosas extraordinarias, y volverlas a vivir es hermoso. La adrenalina está intacta, a pesar de los años. Se siguen sintiendo esos nervios, esa ansiedad. La verdad es que lo estoy disfrutando”, aseguró Agüero.
Ansiedad. Palabra clave en la antesala de toda final. “Este es un equipo muy joven, y por eso tratamos de transmitirles tranquilidad a los chicos”, sostiene Portillo, que entre sus dirigidos tiene a su hijo, Santiago. “En la final de 2004, él tenía cinco o seis años y era aguatero. Hoy la tiene más clara que yo. Por eso lo disfruto doble: por el club y por poder compartir esto con mi hijo”, resalta Omar.
“Recuerdo que esa vez, Santiago viajaba en el ‘portaequipaje’, al igual que Lucio Urueña. Y hoy los tengo de compañeros. Increíble”, agrega Espeche.
Los recuerdos son lindos, salvo por el final. Eso es lo que los “Rojos” pretenden cambiar esta tarde frente al Jockey rosarino. “La clave estará en la defensa y en la agresividad con que juguemos. Si les das la pelota y los espacios, seguramente la pasás mal. Vamos a plantear el rigor físico para no darles ningún espacio”, propone Moallah, que de rigor entiende bastante.
Perdiguero completa la fórmula: “la entrega es fundamental. Podés tener todo, pero sin ganas no llegás a ninguna parte. Y si en algo se parecen este equipo y el de 2004 es en eso: en las ganas”.