Cuando nos acercamos a la primavera, donde las temperaturas empiezan a subir y la humedad atmosférica es muy baja o cuando ocurrieron algunas heladas intensas afectando el follaje de los cañaverales, las quemas pueden comenzar a complicar la situación, dijo Jorge Scandaliaris.

Por suerte, en el transcurso de estos últimos años vemos que las quemas de los cañaverales son menos frecuentes y, en general, se dan debido a accidentes y, porque nó, por desconocimiento de los perjuicios que esta práctica conlleva. En las zafras 2012 y 2013, las quemas fueron muy generalizadas y perjudicaron a miles de hectáreas con caña y el consecuente problema a la población.

Por suerte, “ahora se ve que la situación se está revirtiendo y hay menos quemas”, opinó. Igualmente, “este es un problema cultural que no se da de un día para el otro, pero la concientización y la información técnica permanente de los beneficios de una cosecha sin quema debe seguir dándose de manera permanente a toda la sociedad”.

Labores necesarias

En estos años difíciles para la actividad azucarera, en la que se dieron precios bajos en varias zafras, fue poco lo que se pudo hacer de labores para evitar el fuego, pero sin dudas que “el productor va tomando conciencia sobre los beneficios de no quemar y los estudios que se vinieron dando con imágenes satelitales confirman que la cantidad de focos disminuyó considerablemente”.

Esperemos que la actividad logre avanzar con mayor tranquilidad, sobre todo ahora donde los precios mejoraron, y que permita poder hacer todos los trabajos necesarios para evitar el fuego.

“Este flagelo de la quema debe ser erradicado, tenemos las leyes y los argumentos técnicos para lograrlo”, señaló Scandaliaris.