Gustavo Hollmann - Periodista del diario El Territorio de Posadas
A juzgar por los resultados, Crucero tuvo un inicio de torneo para nada esperado. Apenas un punto sobre 12 en juego habla a las claras de una cosecha por demás pobre. Sin embargo, el nivel que mostró el equipo en las primeras cuatro fechas tampoco permite entusiasmarse demasiado.
El buen sprint final que metió el “Colectivero” en el campeonato anterior, que le permitió terminar en la sexta ubicación, puso la vara demasiado alta para los nuevos objetivos que se plantearon en Santa Inés.
Es cierto que se fue “Maravilla” Olivares, el hombre cerebral del equipo, y que emigró Fabio Vázquez, el termómetro en el medio. Y también buscó nuevos horizontes Fabricio Pedrozo, el desequilibrante punta misionero. Crucero perdió a la columna vertebral de ese equipo que por momentos desplegaba buen fútbol, más allá de los resultados. Se quiso sostener la misma idea en este comienzo de torneo, pero no será sencillo sin los intérpretes de entonces.
El agónico empate del debut en casa ante Chicago (2-2) fue lo único que pudo arañar el conjunto de la tierra colorada en su quinta temporada en la B Nacional. Después llegó la apretada pero merecida derrota ante Argentinos en La Paternal (1-0), la inesperada caída en Santa Inés ante Instituto (2-1), que terminó con un invicto de local de 10 meses, y la última derrota ante Chacarita en San Martín (1-0) el pasado viernes.
En este inicio de torneo Crucero pagó caro el excesivo respeto hacia sus rivales de turno. Cedió pelota y terreno y sus adversarios no le esquivaron a sus responsabilidades. Otra será la historia cuando el equipo asuma el rol protagónico y se anime a algo más.