Este año, según las estadísticas que se manejan a nivel oficial en el ministerio de Salud, el sector público atendió a 19.000 personas heridas en siniestros viales. Esta cifra equivale a toda la población de Alberdi. Sin embargo, el número no incluye a las personas que fallecieron en el lugar (porque no llegaron a ser atendidos en hospitales); a quienes se trataron en clínicas privadas; y a quienes prescindieron de toda asistencia.
De ese enorme número de accidentados, el 38% sufrió politraumatismos (es decir, más de una lesión) y el 11% necesitó internación. De cada 10 internados, cuatro necesitaron cirugías, y al menos dos de ellos ingresaron en grave estado al quirófano.
De los accidentados que llegan al hospital Padilla, el centro de referencia en la provincia y la región, se estima que por año, unos 1.000 quedan con secuelas por siniestros viales en Tucumán. Unos 100 de ellos, en tanto, son víctimas de secuelas graves: no pueden volver a caminar o hablar, ven disminuida su capacidad cerebral o quedan en estado vegetativo. Un herido en estado grave suele estar un mes internado en terapia intensiva.
En ese centro médico se estima que las víctimas mortales son unas cinco por mes, por lo que, por año, son unas 60. Si bien no existen cifras aún de las personas que perdieron la vida este año, según la ONG Luchemos por la Vida la provincia lleva dos años superando las 300 tragedias: en 2014 fueron 333 y en 2015, 341. En este último, y con una población 10 veces menor, Tucumán tuvo 60 muertos más que Suecia, uno de los países con mejores cifras de disminución de accidentes en los últimos años.
Ocho de cada 10 accidentados en la provincia son motociclistas. Y de cada 10 motociclistas accidentados, ocho no llevan casco. Por esto mismo, no sorprende que el 93% de los pacientes con traumatismos de cráneo que llegan al hospital Padilla hubieran estado subidos a una moto algunos minutos antes.
Al contrario de lo que indica el prejuicio, la mayor cantidad de accidentes durante los días de semana no ocurren durante la madrugada sino en las franjas que van de las 8 a las 13 y de las 14 a las 19. Es decir, coinciden en los momentos en que los adultos van a trabajar y llevan a los niños a la escuela. Sin embargo, sí, durante la noche y la madrugada se dan los accidentes más graves.
Al parecer, los siniestros viales y el consumo del alcohol van de la mano. Los fines de semana, los casos aumentan un 38%. Por mes, el hospital Padilla solía atender 300 pacientes accidentados hasta octubre. En ese mes, y en noviembre, en coincidencia con las altas temperaturas y el aumento del consumo del alcohol, se superaron las 500 víctimas.
El promedio de edad de las personas que llegan heridas a los hospitales es de 27 años y siete de cada 10 accidentados son hombres. Por otro lado, aunque parezca una cifra mínima, es una de las que más preocupa a las autoridades: 14 personas fueron reincidentes en un corto periodo. Es decir, tuvieron más de un accidente en un lapso de tres meses. “A veces llegan y uno les descubre una cicatriz o se da cuenta que tuvieron una intervención y ellos dicen ‘ah, sí, es que ya me atendieron por un choque’. No es poco”, analizó el jefe del equipo de Neurocirugía del Padilla, Álvaro Campero. Este departamento coloca alrededor de ocho a 10 mallas metálicas en cráneos en un periodo de 30 días.