Samsung tuvo un tercer trimestre del 2016 repleto de problemas: el más grave fue la suspensiónde la producción y tener que retirar del mercado su flamante Galaxy Note 7, debido a que las baterías de los dispositivos explotaban.
El responsable de la división de telefonía móvil de la compañía surcoreana, Koh Dong-jin, fue el encargado de revelar los resultados de los análisis tras meses de silencio sobre las posibles causas del problemas.
La conclusión de la investigación que llevó un mes y ocupó a 700 técnicos e ingenieros, arrojó que la batería de los primeros Galaxy Note, fabricada por Samsung SDI (subsidiaria del grupo), se hicieron con un revestimiento demasiado pequeño.
Esto no permitió a la pila expandirse y contraerse correctamente durante los ciclos de carga y descarga haciendo que los electrodos positivo y negativo entraran en contacto e hicieran cortocircuito. Además, la batería de repuesto no presentaba problemas originalmente, aunque éstos aparecieron una vez que la compañía tuvo que multiplicar su producción a niveles inéditos para satisfacer la demanda de Samsung, lo que generó fallas en los controles de calidad.
"Hoy, más que nunca, estamos comprometidos de cara a ganarnos la confianza de los consumidores", dijo Koh en la presentación, donde se aseguró que la empresa ya implementa una serie de procesos de control de calidad con nuevos protocolos y un nuevo examen específico.
Para resarcirse del fiasco que comenzó en agosto del 2016, Samsung tiene por delante el lanzamiento de su nuevo teléfono de bandera, el Galaxy S8, y la presentación de sus resultados financieros de todo 2016, en los que se espera una notable recuperación de su beneficio operativo gracias a las mayores ventas de chips y pantallas.