El ataque lo empezó Ignacio, detrás de mitad de cancha. Pensó en jugársela él, pero entonces vio a Tomás esperando por el centro y decidió soltar el pase. Su hermano atenazó el óvalo y encaró: amagó ir por afuera, pisó para adentro y pasó limpito por entre un montón de “zanjeros”, que sólo pudieron mirar cómo el “10” se escapaba a toda velocidad, fijaba la marca del último defensor y y en el momento justo le devolvía la pelota a su hermano para que éste, ya con la pista despejada, la depositara en el ingoal con un aterrizaje espectacular.
Así juegan los Albornoz: como una sociedad de sangre y rugby, en la que para decir algo no hace falta hablar. Con mirarse es suficiente, y a veces ni falta les hace. Esa sintonía casi telepática que opera entre sus conductores es uno de los motivos principales de por qué hoy Tucumán Rugby es un rival con el que nadie se quiere cruzar en el Nacional de Clubes.
“Fuimos agarrando confianza a partir del año pasado, cuando empezamos a jugar juntos. Yo jugué toda mi vida de apertura y por eso estoy acostumbrado a organizar un poco el juego”, explica Ignacio, quien como primer centro se encarga de manejar los hilos del equipo junto a “Tomy”. “A veces en casa nos ponemos a hablar sobre tal o cual jugada. Son cosas que se van afinando y quizás es lo que nos lleva nos entendamos tanto en la cancha”, agrega el capitán.
“Yo creo que tiene que ver mucho con el puesto que tenemos. Nuestra función es armar el juego, así que tenemos que estar todo el tiempo en sintonía”, opina Tomás. “De todas maneras, creo que también es fundamental lo que hacen los forwards. Por afuera tenemos jugadores para divertirnos mucho, pero en los partidos en que los delanteros estuvieron firmes, hicimos la diferencia”, destacó el apertura.
“Tomy”, de 19 años y actualmente en Los Pumitas, espera seguir el camino de su hermano mayor (21), quien disputó dos Mundiales con el seleccionado argentino juvenil. “Estar en Los Pumitas me permite aprender muchas cosas del juego y ganar confianza, lo que sirve mucho cuando te ponés la camiseta de tu club”, asegura.
En la puerta de un nuevo Regional, los hermanos coinciden en que los cambios en el formato serán positivos. “Está bueno que haya menos fechas. Hasta el mejor equipo del mundo se desgastaría jugando todo el año”, opina Tomás. “Además, que haya semifinal y final le da un gustito especial”, agrega “Nacho”.
Por ahora son dos, pero pronto quizás sean tres: Gonzalo Albornoz, que este año cumple 17, también juega de apertura en las juveniles del club. Desea Ignacio: “estaría bueno que en algún momento juguemos juntos, aunque alguno tendrá que ir de fullback. O tal vez nos hace el puesto, ja ja”.