“Don Díaz” ya es famoso. Su historia se llevó a la pantalla grande, circula por numerosos festivales internacionales y hasta es posible que se proyecte por algún canal televisivo local. “Lo que importa es que se vea en la mayor cantidad de lugares, que con esto podamos contar un poco lo que pasó y lo que pasa en Tucumán, acercar más gente a los juicios por violaciones a los derechos humanos y sensibilizar a otros”, cuenta Ana Daneri, en una entrevista con LA GACETA. La directora terminó recientemente otro corto, que cuenta la historia real de una prostituta judía que es traída a Argentina.
- ¿Por qué motivo tomaste a él como figura emblemática?
- A Francisco Rafael Díaz lo conocí por primera vez en el juicio de la Megacausa en 2013, al que asistí como militante de Andhes y como familiar, porque mi abuela era víctima de ese caso. Me contaron que él estuvo en todos los juicios y que no faltaba nunca. Desde ese momento quise contar la historia de este hombre que ahora tiene 95 años. Creo que su presencia refleja la lucha hasta la muerte de todos los familiares, de las madres y abuelas, de los padres y hermanos. Durante 10 años se sentaba en la misma silla de la sala (asiento que le tenían reservado) y llegaba con una carpetita con las fotos de sus dos hijos desaparecidos, Susana y Francisco. Es un hombre admirable, de mucho coraje, convicciones inquebrantables y, a la vez, dulzura. Además es un prócer para los militantes y la gente que va a los juicios, y me parecía que todos tenían que conocerlo.
- El guión lo realizaste vos. ¿Dirías que lograste contar todo lo que querías?
- El guión comenzó como un pequeño spot para convocar gente a las audiencias. Lo pensamos desde el equipo de Memoria, Verdad y Justicia de Andhes, del cual soy coordinadora. Sin embargo, cuando empezamos a filmar la idea cambió. Armé un guión sobre la marcha mientras íbamos filmando y siguiendo a don Díaz al juicio. En el guión estaban algunas ideas, como filmar su cumpleaños en octubre y registrarlo en diferentes audiencias, conseguir archivo de juicios anteriores y la escena final, pero en el montaje fue cuando, con todo ese material, terminamos de guionarlo y darle forma. Me hubiera gustado poder contar más cosas. A medida que lo fui conociendo tuvimos que dejar cosas afuera. Su propio secuestro en la dictadura, por ejemplo, o cuando declaró en la Megacausa. Nos concentramos en su vida cotidiana y en la historia de sus hijos; no se puede contar todo en un cortometraje. Y un hombre de 95 años que toda la vida luchó, ya sea desde el Partido Comunista o desde la militancia sindical, tiene mucho para contar. Ha visto de cerca los acontecimientos políticos y sociales más fuertes de las últimas décadas, estuvo clandestino en Moscú en los 80 y hasta asistió a las víctimas del terremoto de San Juan mientras hacía la colimba. Es un hombre de convicciones socialistas muy fuertes, que nunca dejó de militar.
- ¿El filme se detiene en lo documental o incursiona en la ficción?
- No tocamos la ficción en este producto. Estéticamente buscamos observar su vida y mostrar su interacción con otras personas. La entrevista va vinculando su personalidad jocosa y alegre con una historia dura, de mucho dolor. La imagen final del corto, sin embargo, es una imagen semi ficcionalizada. Vimos una foto del fotógrafo Jorge Olmos Grosso de unos meses atrás donde se lo veía en la sala de audiencias vacía, escuchando el juicio cuando nadie más lo hacía. Esa imagen de lucha incansable, pesistente, casi tozuda, me parece que resume toda su historia y quisimos dejarla asentada.