Tener que visitar al equipo con mejores números en lo que va de la Superliga, justo cuando el nuevo modelo comienza a tener rodaje, suena como una misión de alto riesgo. Luego del empate agridulce con Unión en el estreno, San Martín deberá rendir otro examen de exigencia bien alta.
Rosario Central viene dulce en el torneo. Jugó dos partidos, los ganó, convirtió dos goles y aún mantiene la valla invicta. Sus números pueden sonar amenazantes, intimidantes; pero en La Ciudadela deben saber que, más allá de que el “Canalla” manda en la tabla y que en su cancha su juego se potencia gracias a ese aliento masivo, tampoco es un equipo imbatible.
Desde su arribo a Arroyito, Edgardo Bauza fijó prioridades: mejorar la última campaña y solidificar el sector defensivo, algo con lo que Central venía sufriendo desde hace tiempo. Así, con su sello característico, los resultados favorables llegaron en cadena. Goleó 6-0 a Juventud Antoniana, por Copa Argentina, y derrotó a Banfield (como local) y a Talleres (en Córdoba) por la mínima diferencia en el inicio del torneo doméstico.
Pero más allá de los números, que son lo que mandan en este fútbol tan exitista como cambiante, Central es un equipo que tiene algunas falencias que le carcomen la cabeza a su DT. Si bien ganó las dos primeras fechas de la Superliga, lo hizo sin conseguir un juego fluido y a través de dos cabezazos, que aparecieron gracias a jugadas de balón detenido, algo de lo que San Martín debe tomar todos los recaudos posibles.
Ese será el primer punto que deberá neutralizar Darío Forestello. Además, tendrá que quitarle la pelota en el medio a su rival. Bauza plantea un mediocampo “liviano” con cuatro jugadores de buen pie: Federico Carrizo, Leonardo Gil, Néstor Ortigoza y Washington Camacho. Todos juegan, pero cuando el rival toma la bola, el “Canalla” sufre.
Eso le pasó hace una semana en el “Mario Kempes”, ante la “T”, que le manejó mucho la pelota y le creó muchas opciones de gol. Por eso, San Martín deberá volver a sus raíces.
Durante la B Nacional, el equipo hizo casi un culto de la posesión; algo que no mostró en el primer juego del presente torneo. Quizás la ansiedad le quitó precisión y los pases nunca pudieron ser fluidos.
Pero en Bolívar y Pellegrini deben saber que esa puede llegar a ser la clave para salir bien parado en el juego del domingo. Si el “Santo” toma el mando de la situación puede provocarle dolores de cabeza a un equipo que, si bien no recibió goles, sufre cuando la posesión es propiedad de su oponente. A eso debe apostar San Martín.
Claro que deberá cuidarse de la pelota parada y de los pelotazos frontales a los puntas (Fernando Zampedri y Marco Ruben) quienes pivotean para la llegada de los volantes externos (Carrizo y Camacho), dos armas que Central maneja casi a la perfección.
Si el “Santo” toma nota y ajusta esos detalles, volver con un resultado positivo de Rosario no es una quimera. Eso sí, los nervios, la ansiedad y los errores deben quedarse en Tucumán. Sí lo logra, estará un poco más cerca de volver a sonreír.