› Guillermo Jaim Etcheverry
Doctor en Medicina, en la actualidad preside la Academia Nacional de Educación. Fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) entre 1986 y 1990 y rector de esa institución entre 2002 y 2006. Es autor del libro “La tragedia educativa”.
A Guillermo Jaim Etcheverry, doctor en Medicina, científico, investigador, presidente de la Academia Nacional de Educación, conversador nato y autor de “La tragedia educativa” (libro que hace casi dos décadas funcionó como una lectura realista de la educación argentina de entonces) le inquieta que ese diagnóstico de una escuela en crisis siga vigente. De paso por Tucumán (donde participó con más de 100 miembros de distintas academias de la región en el III Encuentro de Académicos Nacionales y Extranjeros, que organizó el gobierno provincial) Jaim Etcheverry se tomó una pausa para hablar con LA GACETA de los temas que lo siguen inquietando.
- Todo el sistema de las universidades públicas está sumido en un conflicto, paralizado...
- Hace tiempo que estoy alejado de la Universidad. Pero veo con mucha preocupación que están en permanente conflicto, y los problemas salariales son el reflejo del viejo tema educativo. Ya van a hacer 20 años del libro “La Tragedia educativa” (editado en 1999) y no hemos cambiado mucho. Es más, diríamos que hemos cambiado para peor. Y la crisis en el sistema científico también es muy grave, ya que si el país quiere salir, debe apostar a eso. Ayer (el jueves) en la Casa de Gobierno, en la cena, me tocó hablar unas palabras; y repetí una frase de Sarmiento; que el éxito económico no hace a una nación. Una nación es su cultura y su educación. Y me parece que eso sigue siendo válido ahora.
- ¿Qué nos pasó?
- No soy sociólogo, pero hay un cambio de valores muy importantes en la sociedad, que hace que estos temas no sean prioritarios. La gente mira otras cosas; y tampoco contamos con una dirigencia que diga: “bueno, estas son las cosas que hay que hacer a pesar de que la gente está mirando para otro lado”. Creo que ese es el punto cental, esa falta de visión de la dirigencia argentina que de alguna manera no es dirigente, y que se rige por lo que le dictan las encuestas. Y eso sigue siendo verdad, porque si uno les pregunta a los padres como está la educación en el país, el 70% responde que está regular, mal, o muy mal. O sea que ven que hay una crisis. Pero, si se les pregunta si están conformes con la educación de sus hijos, el 70% contesta que están satisfechos, o muy satisfechos. Vale decir que la gente percibe que hay una crisis, pero individualmente están “salvados”, por un milagro inexplicable. Y creo que eso explica en parte lo que sucede. El Observatorio Social de la UCA, que ha hecho muchos estudios sobre este tema, pregunta a los padres si estarían dispuestos a cambiar a sus hijos de escuela para mejorar la calidad de la educación de sus hijos. Y el 80% responde que no los cambiaría de escuela. Así se pone de manifiesto ese desinterés que hay por la cuestión educativa: porque las encuestas muestran que todos, los ricos y los pobres, están conformes con la educación que están teniendo sus hijos, sea en gestión estatal como en la privada.
- ¿A qué atribuye usted ese desinterés?
- Los padres están contentos con que el nene vaya a la escuela y moleste poco. Y con que los molesten poco a ellos también. Hay como un pacto tácito de no agresión.
- Hay quienes afirman que parte de la crisis de la Escuela reside en que no da respuestas a los oficios del futuro...
- No estoy para nada de acuerdo. Para nada. Siempre va a ser necesario entender lo que se lee, siempre va a ser necesario tener la capacidad de abstracción que da la matemática. Eso es lo básico. Y es lo que la escuela tiene que dar: las herramientas básicas para que sepan defenderse. No creo en esas visiones. A nosotros nos educaron en una época que no tenía nada que ver con la actual. Sin embargo, no sólo participamos en esta civilización sino que, además, la creamos. Porque todos estos instrumentos que hoy utilizamos para vivir los hizo gente de ese período que hoy se considera perimido. Todos hablan de la revolución educativa, que hay que aggiornarlo todo. Y yo creo que sí, que hay que aggiornarlo. Pero insisto en lo que vengo diciendo desde hace tiempo; que no se puede resignar el esfuerzo.
- Hoy se privilegia el hacer...
- Por supuesto que es importante aprender desde el hacer, me parece importante la creatividad. Pero para poder crear se necesitan las bases. Esa idea de que no hay que saber nada de teoría es una idea muy peligrosa. Y vemos los resultados. El hecho de que de cada 100 chicos que ingresan al primario solo 50 terminan la escuela media; y que de esos 50 que terminan la mitad no entiende lo que ve, y 2/3 tienen dificultades para la matemática es un escándalo, es un fracaso del sistema. ¿Y por qué pasa? Porque no se les enseña, no se los estimula a los chicos a que hagan el esfuerzo de aprender. Aprender es difícil. Cualquiera que aprendió algo lo sabe. Por supuesto, con profesores que lo interesan, con padres que los apoyan. Pero es un esfuerzo personal, y esa idea está en crisis.
- Otra idea en circulación es que hoy son los chicos los que nos enseñan a nosotros...
- De ninguna manera. Los chicos podrán manejar las herramientas, los chicos nos podrán indicar cómo manejar el celular. Pero, de nada sirve tener google, el mejor buscador, si no tenemos quien nos guíe en una búsqueda. Es como ingresar a una gran biblioteca sin saber qué es lo que voy a buscar.
- Hace 20 años usted puso el foco en temas que derivaron en “La tragedia educativa”. ¿Qué cuestiones lo inquietan hoy?
-Me parece que hay un tema interesante vinculado con eso. Porque siempre he seguido pensando en esa línea. Me parece que hay un retiro de las generaciones mayores de su responsabilidad de poner a las nuevas generaciones en posesión de su herencia cultural. Los estamos dejando a los chicos a merced de un aparato de entretenimiento, de banalización, que necesariamente trata de simplificar las cosas. Y no les estamos mostrando que el ser humano ha sido capaz de crear otras cosas. Me parece que estamos rehuyendo esa responsabilidad. Los dejamos a merced de este mercado que ha visto en los jóvenes un objetivo impresionante. Y está, por otro lado, el tema de las redes sociales. Tema que por un lado es muy interesante. Pero que, por el otro, tiende a exaltar el individualismo que todos llevamos dentro, y que nos ha llevado a convertirnos en el centro del mundo.
- Usted participa en Tucumán en un encuentro de académicos. ¿ Se han modernizado las academias? Se las acusa a veces de ser organismos demasiado conservadores...
-Se han ido modernizando lentamente. Son organismos que tienen gente grande, que ha cumplido una etapa de su vida. Pero creo que pueden brindarle al Estado un apoyo que no siempre es requerido como debiera. Por eso es importante un encuentro como este que acaba de concluir. Invitaciones como esta no ocurren con frecuencia.
- Ahí estamos marcando la indiferencia de parte del sistema político al sistema del conocimiento...
- Es que, en su mayoría, la dirigencia no es una dirigencia de objetivos. No tiene un proyecto, sino que, como he dicho antes, siguen encuestas. Imagino que Sarmiento, cuando apostó a hacer escuelas, no lo hizo porque hubiera visto manifestaciones de gente en la calle gritando: “queremos escuelas”. El lo hizo porque apostó a un proyecto.
- Usted fue rector de la UBA en
tiempos difíciles. ¿Cómo analiza esa época, si la comparamos con la actual?
- Fue una época difícil. En 2002 no teníamos ni para los salarios... En comparación, se ha progresado mucho, tanto en infraestructura como en equipamiento. Y, en lo que respecta a la investigación, hay lugares de excelencia, reconocidos internacionalmente. Pero lo que me genera duda es si tenemos capacidad económica e intelectual como para que se hayan abierto tantas universidades en todo el país.
- ¿No lo ve como un intento de federalizar el sistema universitario?
-Me parece bien. Pero, ¿federalizar a qué costo? ¿A costo de la calidad? Cuando yo entré a estudiar, había nueve carreras de Medicina en todo el país. Ahora hay más de 40. ¿Es necesario eso para el país? Son cosas que hay que evaluar. Y el responsable de planificar es sin duda el Estado. Pero no lo hace porque enfrenta tensiones, intereses. Pero a mí me parece que es un tema sobre el que hay que pensar.
- Sin embargo, a pesar de la crisis en el secundario, la Universidad sigue siendo un espacio de producción... ¿Cómo lo explicamos?
- Porque van los mejores. El abandono de la universidad se produce en los primeros años. Los que llegaron son los que han podido resistir.