Teniendo en cuenta el calendario, cualquier hincha de San Martín guardaba un retazo de ilusión, esperaba contra toda esperanza que su equipo experimentara una resurrección futbolística en Santa Fe después de tantas pálidas (la principal, el descenso, claro).
Pero no: la goleada 3-0 que le propinó Unión, el certificado de defunción que le extendió en la Copa de la Superliga, fue el último y definitivo baño de realidad para el “Santo” en su travesía por Primera división.
Además, la triste tarde-noche en el “15 de Abril” fue la crónica del final anunciado de un ciclo, más allá del compromiso con Argentinos Juniors por Copa Argentina, aún sin fecha ni sede. Es necesaria una refundación en todos los aspectos, para aspirar a que el regreso a la elite no se demore demasiado. En concordancia con ello, Caruso confirmó que esta serie de la Copa fue su última vez en el banco de San Martín.
No hubo resurrección en Santa Fe porque los milagros siempre presuponen, tiene como precondición algún accionar humano. Y San Martín nunca le encontró la vuelta al partido, mostró que está un par de goles por debajo de un “Tatengue” que figura en el segundo lote del fútbol argentino, de aquellos de zona de Copa Sudamericana.
Con suplentes, Unión casi gana en Tucumán; con titulares, aún cansados y golpeados por la eliminación en Ecuador a manos de Independiente del Valle, hizo méritos sobrados para clasificar a octavos. Ahora tratará de hacer lo que su clásico rival Colón no supo: domar al intratable Tigre de Néstor Gorosito.
Si el “Santo” conservó alguna expectativa hasta cerca del final tuvo más que ver con la poca decisión del local en ir a buscar el gol que liquidara el pleito, con el toqueteo por momentos improductivo del equipo de Leonardo Madelón, que con virtudes propias, aunque ciertamente la visita mostró cierta mejoría, ya con el marcador 2-0 abajo.
Entonces, Caruso decidió mover –un poco tarde- el tablero: con los ingresos de Valentín Viola y Nicolás Giménez, primero, y de Gonzalo Lamardo, luego, San Martín mostró más de lo que había hecho en un primer tiempo absolutamente desteñido.
Unión pudo haberse ido más tranquilo al entretiempo si el juez asistente Julio Fernández no hubiera levantado la bandera y Andrés Merlos anulado en consecuencia un gol al local por un offside inexistente (en el complemento, ambos “compensaron” en desmedro de San Martín en una jugada similar).
El “Tatengue” no llegó muchas veces, pero fue contundente, con el volante central uruguayo Javier Méndez (jugó en lugar del lesionado Nelson Acevedo) como protagonista excluyente: convirtió el primer gol con un remate desde el borde del área, asistió a Nicolás Mazzola con un centro de “wing” y participó en la génesis del tercero, el que marcó Franco Troyanski a tres minutos del cierre del duelo en Santa Fe.
San Martín, en cambio, no embocó una de unas cuantas en el segundo tiempo, en particular durante un cuarto de hora en que estuvo cerca de achicar el marcador y poner en aprietos a Unión (incluso Merlos no sancionó una mano de Mazzola que hubiese sido penal, y la chance para ponerse en carrera promediando el complemento).
Igual, su suerte ya estaba echada. San Martín, empezando por su dirigencia, no se puede equivocar si quiere resucitar pronto, en la próxima temporada. Eso es lo único con lo que puede soñar a esta altura del partido.