No hubo multitudes de tucumanos para cumplir con su obligación cívica. Tampoco se registraron complicaciones ni aglomeraciones por la cantidad de fiscales de mesa. El electorado llegaba, votaba y volvía custodiado del lugar donde había partido. Eso sucedió en las 15 mesas que se habilitaron especialmente para para que los detenidos emitieran su sufragio,
Tal como estipulan las normas, las personas que se encuentran detenidas tienen derecho a votar. Normalmente, lo hacen en el penal donde la Junta Electoral dispone mesas. Pero en la provincia, por la crisis carcelaria, hay más de 600 personas privadas de su libertad que, por falta de espacio, no pueden ser trasladadas al penal de Villa Urquiza y se encuentran encerradas en los calabozos de las diferentes dependencias policiales.
La Junta Electoral habilitó un padrón especial para estas personas. En total, según confirmaron fuentes policiales, estaban en condiciones de votar 392 detenidos, pero apenas 47 ejercieron su derecho constitucional durante la mañana de ayer.
Por una cuestión operativa, las urnas se instalaron en las regionales Capital, Norte, Este, Oeste y Sur. La particularidad es que en cada centro se encontraban urnas con los tres distritos electorales, ya que los reos no necesariamente son oriundos del circuito donde están alojados.
El desfile
Los detenidos comenzaron a votar después de las 10, cuando en todas las escuelas de la capital solucionaron los problemas que habían impedido abrir sus puertas en tiempo y forma.
En la capital, los primeros en depositar sus votos fueron los cinco detenidos que estaban alojados en la Alcaldía de la ex Brigada de Investigaciones. Fueron los únicos en llegar caminando, ya que están alojados en el mismo edificio donde se instalaron las mesas.
Los reclusos, fuertemente custodiados, en fila, se paraban frente a la mesa en la que debían sufragar. Las autoridades no eran personas especialmente designadas para desarrollar esta tarea, sino dos mujeres de la fuerza. Tampoco había un ejército de fiscales como ocurrió en la mayoría de los establecimientos educativos de la provincia. Sólo más efectivos que no les sacaban la mirada de encima.
Los otros ocho restantes que votaron llegaron al edificio de Junín al 800 en camionetas de traslados. En fila, los hacían subir hasta el primer piso. No llevaban esposas, pero sí los obligaban a caminar con las manos entrelazadas detrás de sus espaldas. El olor a encierro que emanaba de sus cuerpos se sentía a metros. Pero no todos pudieron votar porque no figuraban en el padrón.
De la seccional 2ª, por ejemplo, llevaron siete arrestados y sólo uno pudo poner su voto en la urna. Se sorprendió cuando le confirmaron que podría ingresar sin custodia al cuarto oscuro. Pero cuando lo hizo, un uniformado se paró en la puerta y lo esperó hasta que saliera. Luego, también en fila, eran trasladados hasta la camioneta que los llevó nuevamente a un calabozo. Se estimó que estuvieron al menos una hora fuera de la celda.
“A todos los presos que estaban en condiciones de hacerlo se los notificó, pero muchos argumentaron que no irían a votar porque no tenían documento para hacerlo”, explicó Fabián Salvatore, jefe de la Regional Capital.
El segundo jefe de la Regional Este, Joaquín Girvaux, agregó: “también se les avisó a los familiares para que les trajeran el DNI, pero muchos no lo hicieron y otros muchos más que no los tienen”.
Dos tareas
Carlos Castro, titular de la Oeste, destacó que en toda la provincia se realizaron operativos especiales para evitar que se registraran incidentes. “No es fácil coordinar el traslado de los detenidos y al mismo tiempo custodiar las escuelas. Cumplimos con todo”, destacó en una entrevista con LA GACETA.
El mayor número de votantes se registró en la Norte. Estaban habilitados 46, y votaron 21. Le siguieron Capital, 119/13, Sur, 91/4, Este, 31/2 y Oeste, 52/1. “Se montó todo un operativo importante para trasladar a los presos para que pudieran sufragar. No se registraron incidentes”, destacó el comisario Jorge Díaz, jefe de Operaciones Policiales.
Los resultados se manejaron en el mayor de los secretos. Extraoficialmente se supo que en la Este hubo un empate. Votaron dos presos; uno apoyó a Ricardo Bussi, y el otro, a José Alperovich. En la Oeste, el único elector votó por el gobernador Juan Manzur.