La polémica fue inevitable. Marcos Galperín, CEO y fundador de Mercado Libre, salió ayer al cruce de las declaraciones del titular del gremio de los bancarios, Sergio Palazzo, que tras cerrar el viernes la paritaria de los 110.000 trabajadores del sector con un 30% que evolucionará de acuerdo al índice de precios al consumidor, había afirmado que su próximo objetivo sería avanzar contra el “unicornio argentino”.
En su discurso, el gremialista había asegurado que si bien está trabajando en el armado del kirchnerismo para las próximas elecciones presidenciales, tiene otro objetivo en mente: “voy por Marcos Galperin, el dueño de Mercado Libre”, aseguró Palazzo. Y agregó: “quiero que todos los trabajadores de las fintech se encuadren como trabajadores bancarios. Si están prestando servicios financieros, tienen que estar dentro de La Bancaria, y de nuestro convenio colectivo de trabajo”.
Además, Palazzo amenazó con lograr ese objetivo “por las buenas o por las malas” y aseguró a Clarín: “quiero ser el (Hugo) Moyano del sistema financiero. No quiero solo a los trabajadores de las fintech, también a los que trabajan en un supermercado o en una estación de servicio pero dando servicios financieros, ahora que el Banco Central habilitó esas operaciones”.
De este modo, el dirigente sindical quiere ir por las “corresponsalías”, es decir, comercios de diversos ramos (quioscos, farmacias, estaciones de servicio) que pueden ofrecer servicios financieros.
Según Palazzo, esto es una tercerización de las operaciones que tienen carácter financiero y que se están efectuando fuera de las compañías del sector. Por eso quiere que el sindicato participe y, con eso, espera añadir a unos 6.500 empleados a su gremio.
Galperín, en tanto, recogió el guante y le respondió al gremialista por Twitter, aunque sin nombrarlo. El empresario ya se había referido al escenario laboral argentino, al que definió como “anticuado” en relación con el de Brasil o Uruguay. “Acá, repasando la lista de nuevos amigos”, indicó en su Twitter Galperín. Y señaló: “pareciera que sólo falta la Conmebol y están todos”. Esto último pareció una referencia a la manchada reputación del órgano rector del fútbol sudamericano tras las dudas sobre la reciente Copa América. Una especie de crítica solapada al sindicalismo argentino.