“Siempre parece que porque hay una gran crisis económica se cambian o se retraen los hábitos de consumo cultural, y no necesariamente es así. Disponer de dinero no es secundario, pero no explica muchos de los comportamientos que tiene la población en esta materia”.
La afirmación es de Luis Alberto Quevedo, uno de los máximos expertos latinoamericanos en la materia que estuvo en Tucumán para coordinar una mesa panel organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, en la que se debatió sobre los resultados del relevamiento nacional realizado en 2017, que abarcó tanto el consumo como las prácticas sociales alrededor de la cultura.
“Esto quiere decir que se preguntó tanto sobre comprar una entrada de cine como asistir a una feria popular, ir a bailar, participar de un festival o ver una exposición. No sólo se habla de gasto sino también qué hago, por qué me interesa y dónde voy a practicar cultura. Ese es el valor de estos estudios”, señala en una entrevista con LA GACETA.
- La última encuesta nacional en este asunto la realizó Cultura de la Nación antes de la crisis económica. ¿Se desactualizó?
- Hay movimientos desde hace varias décadas, con continuidades y cambios. Investigar sobre consumo cultural tiene la gracia de que cada vez que se saca una foto, podemos ir armando con las otras una película. Yo estoy involucrado en el tema desde la década del 80 e hicimos encuestas en todas las décadas. De este relevamiento no fui el responsable, pero acompañé bastante su acción.
- En los resultados, la televisión sigue estando a la cabeza en consumos, con el 95,8% de las respuestas positivas.
- Es la principal continuidad de las que te mencionaba. La televisión sigue teniendo una impronta muy grande a la hora de a qué le dedicamos tiempo, y eso que se declaró la muerte de la TV muchas veces. La gran novedad es la explosión del mundo de internet, porque cambiaron consumos, prácticas, hábitos, formas de construcción de la información, circuitos creativos como la irrupción de YouTube...
- ¿Cuánto incide la estratificación etaria en los consumos?
- La variable edad sigue siendo la más importante. Si me decís qué edad tenés, te digo qué consumís. Así de directo es. En la película de la que te hablaba podemos ver quiénes cambiaron más que otros, y eso es muy relevante. Los jóvenes tienen prácticas culturales que otros sectores de la sociedad no tienen, sean de Tucumán, de Jujuy, de Buenos Aires o de donde sean. También tiene peso el nivel sociocultural, que involucra nivel educativo y económico. Los que más consumen cultura son los que más demandan cultura y cada vez más, y eso tiene mucho que ver con el nivel educativo. Consumen internet, pero también van al teatro, al cine y a los museos, hacen de todo. Esos dos grupos hay que seguir mirándolos de cerca.
- El salto enorme en el impacto digital en los últimos 20 años pesa de lleno en ambos grupos...
- Las tecnologías y el acceso a ellas marcan la sociedad, pero el uso que se les da es muy disperso. El segundo consumo en YouTube son tutoriales de lo que se te ocurra; ya nadie cocina sin tener a mano el celular.
- En el relevamiento hay datos interesantes, como que uno de cada ocho argentinos que respondieron la encuesta va a los museos.
- Es un ejemplo interesante. Hay una necesidad de desestructurar los museos, muchos con entrada libre y gratuita, así como desestructurar todos los espacios de la modernidad. Hay que diseñar una política que te lleve a ellos, un acercamiento de los artistas, crear eventos, salir a buscar el público de otro modo, como lo hacen las orquestas cuando recorren los barrios. No alcanza ya con ofrecer. Las políticas públicas influyen para pensar en cómo se llega a sectores que no consumen cultura, posibilitando cosas. En el Mercado Cultural tucumano, por ejemplo, se visibilizó lo que hacen los artesanos locales, que muchos de nosotros no lo sabemos.
- En el piso de consumo está el teatro, con sólo el 11% de las respuestas.
- Pero el pueblo argentino es teatrero. La cartelera porteña es importante, y también lo es la tucumana, la mendocina, la cordobesa... Hay teatro en todo el país. No se puede medir solamente en lo económico, porque hay obras a la gorra, gratuitas y muy baratas. Su práctica supone una forma de consumo muy distinta de otras, porque es estar con otros, un tipo de encuentro distinto a otras propuestas. Es una experiencia de cuerpo, que lo pone tanto el espectador en la platea como el artista sobre el escenario. Es un buen lugar para analizar las prácticas por fuera del gasto.
- ¿Cuánto incide la formación artística en el consumo cultural?
- En el país hay muchas escuelas artísticas de distinto tipo, pero sigue siendo más importante la formación de público. Todavía hay que investigar más por qué hay quienes van y hay quienes no van a consumir las distintas ofertas culturales. Con internet, los públicos no necesitan ir al lugar para ver algo; la oferta hogareña y casera es interesante también. A mi criterio, es más importante la educación ciudadana en el gusto que las academias donde se estudia el arte.