La paciencia es una virtud elemental y distintiva de la cultura china, con aplicaciones prácticas en toda clase de terrenos: desde el artístico hasta el deportivo o incluso el militar. Por eso, tener “paciencia china” es bastante más que ser paciente. Y justamente en China, la Selección hizo de la paciencia su arma principal para vencer a Venezuela 87-67 y clasificarse en forma invicta a los cuartos de final del Mundial de básquet. Así, el equipo dirigido por Sergio Hernández cumplió su primer objetivo.
No fue un partido sencillo para Argentina. Con un comienzo plagado de imprecisiones y nerviosismo, la baja de Facundo Campazzo por un golpe en el tobillo generó dudas en la Selección, que se vio envuelta en el juego que más le convenía a Venezuela: friccionado y enredado bajo los tableros. Con el regreso de Campazzo, más el aporte de Nicolás Laprovittola y la experiencia de Luis Scola, más el trabajo silencioso de Marcos D’Elía y la inspiración de Gabriel Deck, Argentina fue tomando distancia y, tras el descanso con el marcador 38-25 a favor, pudo manejar con más soltura los hilos del complemento.
Ahí fue donde afloró la paciencia del equipo albiceleste, que sostuvo su firmeza en defensa sin perder el enfoque ni complicarse ante la presión constante de su rival. Al verse impotente, Venezuela fue apagándose frente a la lucidez argentina.
“Tenemos una felicidad moderada, cumplimos el primer objetivo que era meternos entre los ocho mejores. Estamos contentos por cómo venimos jugando, porque le ganamos a rivales inteligentes y difíciles. Sin embargo, sabemos que ahora viene un partido con Polonia muy importante y vamos a ir por más”, anticipó D’Elía.
Precisamente, Argentina -ya con la clasificación a cuartos asegurada-se medirá contra los polacos mañana a partir de las 9 para definir cuál será su rival en la próxima instancia. Por lo pronto, ya se sacó de encima la presión de pasar a la siguiente fase, y lo hizo en forma invicta. Nada que reprocharse.