Cada integrante de la banda tenía una jerarquía. Los rostros de esa organización habían sido ubicados por su función en un croquis que tenían en su poder el fiscal Diego López Ávila y los responsables de las investigaciones de las fuerzas de seguridad. Ayer, fueron detenidas 14 personas durante un megaoperativo que se extendió a distintos puntos de la provincia.

Más de 400 efectivos de la Policía y personal de Gendarmería realizaron durante la madrugada de ayer alrededor de 50 allanamientos. Los operativos se efectuaron en la capital, Bella Vista, Tafí Viejo, El Colmenar, Villa Mariano Moreno y Simoca, lo que permitió desbaratar a la banda.

Entre los detenidos y varios aprehendidos, había policías y un armero de la Policía Federal. Asimismo, se secuestraron 11 armas de fuego, droga, nueve autos y una moto; 100 cartuchos de diferentes calibres, 28 celulares, dinero (U$S 20.000 y $ 600.000 y $ 300.000 en distintos lugares); ropa de policía -chaleco, camisa, gorra y chapa de identificación- y una radio de comunicación policial, entre otros elementos.

La organización criminal era mixta. La conformaban ex militares, policías en actividad, en disponibilidad y exonerados, quienes cumplían determinadas tareas de acuerdo al hecho delictivo. Por ejemplo, los ex miembros del Ejército encabezaban un grupo de choque para la concreción del ataque; mientras que los policías constituían un “equipo de apoyo”, de acuerdo a las definiciones de la investigación que se había iniciado a partir de un violento robo de bienes en una vivienda particular de la capital.

Las últimas detenciones se concretaron durante la tarde. Un ex militar y su chofer fueron atrapados en una cabaña de El Cadillal. Ambos tenían previsto arribar durante la jornada a la capital, al parecer, con cargamento ilegal.

“Comenzamos a detectar sustracciones similares en otros lugares, varios hechos violentos desde octubre del año pasado. Se trataban de situaciones que se producían en casas, justamente, particulares. Hubo un trabajo de la policía judicial del Ministerio Público Fiscal, el Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF), que se encargó de reunir la información de la causa”, indicó López Ávila. Por su parte, personal de Gendarmería Nacional estuvo encargado de unir las piezas e identificar a los presuntos autores de los casos y las tareas dentro de la estructura criminal, a partir de “tareas de calle”.

El origen

En el inicio, se trató de un grupo reducido dedicado a robos en residencias privadas. Sus miembros obtenían datos sobre las víctimas y realizaban seguimiento, de acuerdo a fuentes oficiales.

Con el paso del tiempo y las acciones, la banda comenzó a moverse por los barrios y a “marcar” a los transas. Atacaba a los vendedores de droga en sus propios lugares: en operativos armados se llevaban dinero en efectivo y el stock de estupefacientes. Esta táctica les trajo beneficios: los recursos aumentaban y las violentas irrupciones no trascendían, al principio. Sin embargo, las denuncias llegaron luego a los tribunales envueltas en casos de sustracción de televisores u otros electrodomésticos.

Hasta que ello sucedió, la red delictiva amplió su capacidad de maniobra. De robo en casas, pasaron a comercializar droga a pequeña escala y a distribuir en distintos puntos del Gran San Miguel de Tucumán. Los cabecillas y el resto de la estructura no avizoraban obstáculos. Fuentes judiciales informaron que la organización llegó a establecer conexiones con proveedores de sustancias ilegales en la zona de frontera. También adquirió camiones, bajo la creación de una Sociedad Limitada, destinados al traslado de la mercancía. Así pudo cerrar un sistema complejo.

“Era una banda muy sofisticada. No conocíamos que en Tucumán se llegara a este nivel de organización. Los integrantes cumplían roles muy específicos, con especialidades. Había un grupo de choque y otro de apoyo, a cargo de personal de la Policía o de seguridad privada”, señaló López Ávila, titular de la Fiscalía Especializada en Robos y Hurtos I, quien trabajó junto con su par de la Justicia Federal, Pablo Camuña.

Otras metodologías

De acuerdo a los datos de la pesquisa, los componentes de la red implementaban controles falsos en las rutas; secuestraban vehículos y pedían dinero a cambio; y concretaban aprehensiones que no tenían aval judicial. Eso les servía de base para obtener más dinero en efectivo.

En el croquis de los investigadores se señaló un hombre fuerte, la mente del grupo. Este se encargaba de amalgamar a los miembros y determinar funciones. “Nos costó tiempo identificar al cerebro. Sabían cómo moverse, tenían entrenamiento militar y manejaban información de sus víctimas. Tenía al alcance de sus manos armamento y podía traer gente de afuera”, enfatizó el fiscal provincial.

Secuestros

- 8 kilos de cocaína.

- 9 vehículos.

- 20.000 dólares.

- 900.000 pesos, entre otros elementos.

El crecimiento de la banda

1. En el inicio, se trató de un grupo dedicado a robos en viviendas. La investigación comenzó hace un poco más de un año.

2. Los miembros de la banda comenzaron a atacar a los transas para quedarse con su dinero y la droga que tenían.

3. Luego, pasaron a comercializar droga en pequeña escala. Después, a distribuir en distintos puntos del territorio provincial.

4. La organización adquirió camiones para trasladar sustancias ilegales. Estableció conexión con proveedores de droga en la frontera.