Durante estos días se conoce la existencia de un gran escándalo en Ciudad de México con el cuadro “ La Revolución”, de Fabián Chairez. Esa pieza forma parte de la muestra “Emiliano Zapata después de Zapata”: 150 creaciones expuestas desde el reciente 27 de noviembre hasta el 20 de febrero de 2020”.

“La Revolución” ha generado una reacción muy adversa en toda la sociedad mexicana. Se lo muestra a Zapata, desnudo, calzando zapatos de mujer, galopando sobre un semental excitado y con una mirada entre provocativa y sensual. Lo opuesto al Zapata real, que fue.

Todo el país ha conocido a través de fotografías y pinturas un Zapata, líder campesino durante la Revolución Mexicana (1910-1917), muy hombre, callado, con mirada humilde y al mismo tiempo melancólica, incluso cuando ocupa los sillones de la Presidencia de la Nación, junto a Pancho Villa. Fue el momento en que entraron las tropas revolucionarias a caballo en la misma capital del país.

Zapata, en ese momento caudillo campesino en armas, ya era el blanco móvil de un atentado, como efectivamente sucedió. Lo llenaron de balas en una cita falsa, una traición que en el Sur de México, donde tenía sus seguidores Zapata, no se olvida.

El trabajo de Cháirez generó protestas masivas y una explosión de insultos en las redes sociales. En el lugar donde se exponía se manifestaron organizaciones campesinas que exigieron que se sacara esa obra de muestra. La Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas y la Central Independiente de Obreros Campesinos advirtió : “Es una ofensa a nuestros líderes , que pretende quitar del imaginario colectivo la imagen de la lucha revolucionaria de hace 100 años. Denigra a nuestros héroes”.

Familiares de Zapata se presentaron en la Secretaría de Cultura para que el cuadro fuese retirado. En su defensa, Chaírez afirma que el rechazo atenta contra la libertad de expresión.

Otros trabajos de Cháirez también muestran hombres con rasgos femeninos. Para defenderse, el artista agregó: “Se trata de representar de forma digna otro tipo de masculinidades, las que no estamos acostumbrados a ver”.

Flaubert y Courbet

Varias obras de arte, en la historia de los últimos dos siglos han provocado escándalos, pero finalmente perduraron y se volvieron “clásicas”.

En  la literatura está el caso de  Gustave Flaubert. Fue llevado ante un tribunal, en su país, para que declarara quién era “Madame Bovary”, una mujer despechada para el tiempo en que se desarrollaba la historia. Había sido publicada por entregas entre octubre y diciembre de 1856. Luego tuvo forma de libro. Flaubert  se defendió con pocas palabras : “Madame Bovary soy yo”, sin dar más detalles de lo que requería ese absurdo momento. El juicio se hizo añicos.

En 1866 estalló el escándalo en la capital francesa con el cuadro “El origen del mundo”, de Gustave Courbet (1819-1877) que muestra parte del cuerpo de una mujer y el pubis. Nada de pornográfico. Hubo intentos para destruirlo, insultos, alteración de los ánimos del Clero junto con el deleite de la gente joven y la alta valoración de otros pintores.

¿Quién puede discutir el título?  Es, sin duda el origen del mundo, el sitio por donde arribamos a la Tierra, pero la imagen misma no pudo ser soportada por la mojigatería y la hipocresía parisina. Todavía hoy la obra es excluída en Facebook. Sin embargo, cualquier visitante del Museo d’Orsay puede contemplarla en ese lugar el tiempo que desee. Ya no está prohibida ni censurada.

Cuando la pintura se conoció fue adquirida por el diplomático turco Khalil-Bey, que coleccionaba desnudos y que perdió toda su riqueza en los casinos.

Fueron los desnudos los que generaron a través de las décadas el rechazo de los moralistas extremos  Que habían olvidado la exaltación de los cuerpos en las esculturas griegas y romanas y en muchos cuadros de los pintores del clasicismo.

El cuerpo humano

Los impresionistas no necesitaron usarlos, salvo Paul Gauguin, en el Pacífico, porque se basaban en los efectos de la luz, los distintos colores de la naturaleza, los retratos realistas, el uso del color, la perfección de los dibujos, los trabajos del hombre, el amor por los paisajes.

Otro pintor llevado a los Tribunales fue Egon Shiele (1890-1918), discípulo de Gustav Klimt, quien junto con Oskar Kokoschka, fervoroso amante de Alma Mahler, viuda del compositor Gustav Mahler, mostraron el poderío del expresionismo austríaco.

Fueron parte del grupo surgido en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, de protesta, anárquico, individualista. Shiele mostró mujeres, bellas, en distintas posiciones. No era un paisajista sino un amante del cuerpo humano, de cada sitio de ese cuerpo. En la misma línea en que los usaron después Henri Matisse, fallecido a fines de 1954 en Niza, como Francis Bacon (1909-1992) y Lucien Freud (1922-2011).

Schiele fue, junto con su mujer y su hijo, víctima de la epidemia de 1918 (mal llamada “gripe española” porque surgió en las trincheras y en los cuarteles de veteranos), que terminó matando más de 30 millones de personas en todo el mundo.

En 1918 sólo existían la aspirina y otros pequeños paliativos. Los antibióticos recién comenzaron a ser aplicados durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943.

Volviendo al arte. Cualquier pintura exhibida, todo libro o pieza musical tiene un autor cargado de emocionalidad, con su propia visión del mundo, y del otro lado está el público. Se ama o se rechaza lo que se ve o se lee. Toda creación sin embargo es vulnerable ante la opinión social, que es el juicio final.

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Daniel Muchnik - Periodista, historiador y escritor. Ganador del Konex de Platino y miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.