Por Alejandro Duchini
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Machos de verdad. Masculinidades, Deporte y Clase en Argentina fue publicado en 2018 con el sello Malisia y reeditado en estos días a través de Mascaró. En esas páginas, Juan Branz -ex jugador de fútbol- repasa la historia del rugby: toma sus orígenes e influencias europeos con Inglaterra y Francia a la cabeza y revisa cuál su incidencia en la Argentina. Se integra a un grupo de rugbiers, con los que se suma a jugar y hasta comparte salidas. Además los entrevista individualmente.
Si bien está centrado en La Plata, Machos de verdad sirve como radiografía para ver y entender cómo se compone el ambiente rugbier, con adeptos en todo el país y, particularmente, en Tucumán. Sobre todo cuando se han registrado hechos violentos en todo el país en los se involucraron rugbiers y que tuvo uno de sus puntos más álgidos con la muerte de Fernando Báez Sosa. Branz nos demuestra que el deporte nos puede reflejar qué o quiénes somos en cuanto sociedad.
- Hay una estigmatización hacia el rugby a partir de casos de violencia en los que participaron rugbiers. El último es el de Villa Gesell ¿Cuál es tu lectura? ¿El rugby es un deporte violento o la sociedad es violenta?
- Explicar lo que pasó en Villa Gesell desde la transversalidad de las prácticas violentas de nuestras sociedades sería perder de vista la singularidad de una trama cultural particular: la de la institución rugby. Es una práctica regular. Debemos ver la repetición de fenómenos sucedidos. Y, en el caso de quienes hacemos análisis cultural, desarmar por qué sucedió lo que sucedió. Primero, para entenderlo. Luego, para intentar aportar soluciones. Que sea regular no indica que todos los varones que juegan al rugby sean asesinos. No, es un error. Ni siquiera creo que el crimen de Fernando haya sido premeditado. Sí creo que lo que pusieron en acto, corporalmente, los 10 jóvenes a la salida del boliche es legítimo y legitimado hacia dentro del grupo y hacia fuera. Es una violencia esperada por y para los varones. Pero, en este caso, para varones de clases dominantes en Argentina. Esto lo agrego porque el rugby, en Argentina, fue y es un espacio de distinción para las clases dominantes que acumulan mayores capitales, como culturales, económicos, sociales. La modelación de una masculinidad dominantes trae añadido cierto prestigio que no debe ser igualado con otros grupos sociales.
- ¿El rugby es una “escuela de vida”?
- Toda Institución es moral y moralizante. Disciplinada y disciplinante. El rugby construyó sus mitos y sus tradiciones en torno a cercar un espacio estrictamente ligado a un modelo civilizatorio: “blanco”, “urbano”, “occidental”, mirando, claro, a Gran Bretaña y a Francia. Lo dicen sus documentos, sus crónicas en medios especializados, y sus participantes. Sostener esos valores, creencias y prácticas significa, a la vez, impugnar otras.
- ¿Por qué sorprende la violencia cuando viene de una supuesta clase alta y no cuando proviene de orígenes o zonas humildes?
- Porque desde los discursos de sentido común se suele asociar a la pobreza con la violencia. Eso es un estigma. Reafirmado constantemente por la construcción de la noticia de la mayoría de los medios masivos de comunicación.
- ¿Cuál es la relación entre masculinidad, poder y administración de poder a la que hacés mención en Machos de verdad?
- La puesta en acto de la masculinidad es un ejercicio de poder. Establece un tablero de relaciones de poder en donde los varones deben sostener y garantizar su hombría, responder a los mandatos que se espera de ellos siempre bajo la performatividad de subalternizar a todo lo que no encuadre en esas normas. Garantizar un lugar entre varones es certificar, todo el tiempo, que sos varón mediante prácticas violentas, en tanto simbólicamente como físicamente.
- Entraste al tema con prejuicios sobre el rugby y su pertenencia de clase. ¿Con qué idea te quedaste al terminar el libro?
- Que vivimos en sociedades poco plurales, desiguales y poco democráticas.
- ¿Qué incidencia tiene el sexo o la condición sexual en el rugby?
- Primordial. La virilidad y la exhibición de la potencia sexual es central a la hora de mostrar y mirar para certificar la masculinidad propia, y la del resto.
- ¿Se puede seguir hablando de rugby o hay que hablar ya de deportes o, directamente, de sociedad?
-Tenemos que retomar al deporte como fenómeno sociocultural, político y económico para comprender problemas mundanos, cotidianos, de extrema gravedad. De hecho, hace 35 años que en Argentina el deporte y la sociedad son un área de estudios.
- El rugby, señalado como deporte de elite, es sin embargo una de las actividades deportivas que más víctimas tuvo durante la represión militar. ¿Qué lectura hacés?
- Coincido con los trabajos de Gustavo Veiga (Deporte, desaparecidos y dictadura) y Claudio Gómez (Maten al rugbier). Ellos explican la relación entre militancia peronista y de izquierda de jóvenes varones de clases dominantes. También, con el espacio universitario. Allí están las explicaciones. Lo que es un dato es que muy pocos clubes recuerdan, ceremonias mediante, a los 151 desaparecidos.
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PERFIL
Juan Branz es licenciado en Comunicación Social y doctor en Comunicación. Es investigador del Conicet y docente en la Universidad Nacional de La Plata. Sus temas de investigación están vinculados al género y a la clase social. Es autor de Machos de verdad. Masculinidades, deporte y clase en Argentina. Fue jugador de fútbol profesional.
Machos de verdad
Por Juan Branz
• “La llegada al espacio del rugby es una cuestión masculina. Esto es, o por continuidad en el grupo de socialización primaria, acompañando a los compañeros varones, o por la iniciativa de los padres que deciden llevar al niño a practicar rugby”.
• “En Argentina, la devoción por la cultura europea (especialmente por lo británico y lo francés) de los sectores dominantes y dirigentes se convirtió, en el rugby, en la copia fiel de la práctica europea”.
• “Desde el rugby se concibió la oportunidad de conciliar la condición de caballerosidad (tolerancia, lealtad, respeto y disciplina) y la agresividad (las características de violencia de la práctica)”.
• “El rugby se populariza y adquiere ciertos movimientos democratizantes en la década de 1920, siendo una práctica burguesa hasta 1914. El rugby es representado entre el campesinado francés como disposición típicamente popular y de culto a la virilidad y el gusto por el contacto cuerpo a cuerpo con dureza. Además de ser un espacio de encuentro y celebración (especialmente el tercer tiempo) entre hombres tanto de la elite parisina, como de sectores trabajadores de Bordeaux o de grandes regiones del gran sudoeste francés. Durante los 30, el rugby francés representa conflictos sociales y políticos”.
Editorial Mascaró.