Hay pocas cosas que puedan llenarle más el alma a un jugador/hincha, que marcarle un gol al rival de toda la vida, gritarlo de cara a su gente y que su equipo festeje una victoria de esas que quedan en la historia. Sin embargo, Floreal García es voz autorizada para asegurar que sí existen más condimentos para que esa felicidad sea total.
En la casa del archienemigo, él le puso la frutilla a un postre mágico; ese que entregó la goleada histórica del 16 de febrero de 1997. Sí, Floreal marcó el cuarto gol de un triunfo que al día de la fecha es el que brindó el resultado más abultado en la historia de enfrentamientos entre los grandes tucumanos por la Primera B Nacional. En su segundo clásico vestido de rojo y blanco, luego de haberse iniciado en la “contra” al no haber podido superar una prueba en Cebil Redondo, se recibió de ídolo. “Hasta el día de hoy muchos me recuerdan por ese partido”, dice el protagonista con una sonrisa picarona.
A los 40’ del segundo tiempo García ingresó por derecha al área “decana” y definió con clase. ¡Golazo! El festejo lo encontró de cara a su hinchada y no lo dudó ni un instante: besos a su camiseta, delirio visitante y un puñal en el corazón para los locales. “Quedé de frente a una multitud que se caía. Fue tremendo, impactante. Comencé a besarme la camiseta y después pasé por frente a la platea de ellos”, saca pecho y sube la apuesta. “No se escuchaban los insultos porque ellos eran pocos”. ¡Chan!
“Todos me hablan de ese clásico del 97. Sin embargo, yo había jugado mucho mejor el partido de fines del 96, en La Ciudadela. Aquella vez, habíamos ganado 2-0 y yo había jugado realmente bien. Pero todos magnificaron el partido en la cancha de ellos por el resultado abultado”, explica el muchachito que estaba empecinado en dejar su huella ante Atlético.
Si bien el duelo pintaba para ser bien trabado, como cualquier clásico. San Martín pegó en los momentos justos y festejó con toda la furia. Pero García estaba endiablado. Por eso, pese a que no era el encargado de ejecutar penales, tomó el balón a los 12’ de juego. Fabián Binzugna le detuvo el remate, Raúl Vaquel tomó el rebote y marcó el primero. “Me tenía mucha confianza, pero errarlo me tiró un poco abajo. Me costó algunos minutos volver a entrar en el partido”, confiesa.
Luego, Juan Carlos Bermegui y Ricardo Solbes estiraron la ventaja antes de que él hiciera estremecer a la multitud. García puso el 4 a 0 aunque claro, ese no fue el último grito sagrado que pegaron los hinchas “santos”. “Gritaron también el gol de (Ricardo) Dillón, el descuento de ellos sobre la hora”, recuerda entre risas el ahora DT del equipo liguista de La Ciudadela.
“Antes de comenzar a trabajar en el club, yo iba a la popular con mis hijos y los hinchas me hablaban siempre de ese partido. Es hermoso que la gente te reconozca por algo así”, dice y saca pecho. “Jugué tres clásicos para San Martín y gané siempre; 2-0, 4-1 y 2-0. Encima para Atlético jugué en el 1-1 del ’94, cuando el santiagueño (José María) Jerez empató para San Martín y asegura la clasificación. A mí, (Gustavo) Rescaldani me gambetea en la previa a ese gol. Siempre fue para el lado de San Martín”, remata dejando en claro que el destino siempre lo impulsó hacia La Ciudadela.
Pero está claro que ese 4-1, por el significado que tiene golear al rival de toda la vida, ocupa un lugar de privilegio entre los recuerdos más hermososo que tiene García de su carrera. “Fue tremendo y todo se magnificó. Terminamos el partido con nueve hombres, pero igualmente le hicimos cuatro goles. Después celebramos en el vestuario, volvimos al hotel y continuó la fiesta”, afirma y entrega más detalles de esa jornada. “Cuando terminó el partido, “Gogui” Moreno me llevó en andas por toda la cancha. Fue una locura”, sentencia.
Así, el hit que nació esa tarde aún se escucha con frecuencia por Bolívar y Pellegrini. “Era una tarde de sol, nunca la voy a olvidar, el ‘Santo’ lo bailó en el Monumental”, entonan hasta el día de hoy los fanáticos recordando esa jornada en la que San Martín pasó por encima a Atlético.