Nuevamente en Tucumán se registraron heladas de diferente intensidad, que afectaron -en mayor o en menor medida- diferentes cultivos, como cítricos, caña de azúcar, trigo, garbanzo, papa, arándanos y otras hortalizas.

Debido a ello, el personal técnico ya se encuentra trabajando para evaluar los efectos de las bajas temperaturas en cada una de estas actividades productivas.

En lo referente a la caña de azúcar, los fríos que se dieron afectaron principalmente los follajes de los cañaverales. Esta situación, sumada a la seca que padece la región, hizo que se genere un fuerte desecamiento de las hojas, en la actualidad, muy susceptibles a los incendios -flagelo que se viene dando en diferentes partes de la provincia-.

También se detectaron algunos daños en plantaciones de papa primicia que estaban nacidas y en lotes bajos y expuestos a una mayor exposición al frío en algunas zonas del pedemonte de la provincia donde se produce el tubérculo.

En este año en particular, a las heladas se están sumando los efectos de la falta de precipitaciones que se está dando en todo el territorio provincial. Si este fenómeno se prolonga durante los meses venideros se podrían complicar aun más a los cultivos perennes, como los citrícolas.

A raíz de ello, los técnicos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) Jorge Forciniti -sección Agrometeología-, Dardo Figueroa -sección Fruticultura- y Hernán Salas -director Asistente- realizaron una evaluación del impacto de las bajas temperaturas en los cítricos de Tucumán durante este año.

“Uno de los problemas de la producción de cítricos en latitudes por encima de los 20º sur o norte, es la ocurrencia de heladas. Si bien se denomina helada meteorológica por debajo de 0º C, la magnitud de los daños en los cultivos dependerá de numerosos factores: la intensidad y la duración del fenómeno, el estado de humedad en el ambiente y en el suelo -relacionado a su composición granulometrica-, la especie vegetal en cuestión, la susceptibilidad varietal, la etapa fenológica en la que se encuentre el cultivo, su edad y su estado sanitario, entre otros”, dijeron.

En este sentido, precisaron que el tiempo de exposición de las plantas a las bajas temperaturas es igual o más importante que la intensidad de las heladas. “Además, la ocurrencia de estas en pleno invierno, precedidas de días de bajas temperaturas, generalmente provocan menos daños que las que se presentan a fines de invierno cuando ya se iniciaron la floración y la brotación”, detallaron.

En cuanto a la topografía del terreno, indicaron que las zonas bajas sufrirán en mayor medida los daños debido a la localización del aire frío, lo que puede agravarse si es estos lotes no permiten el drenaje de ese aire. “El estado general de las plantas es otro de los factores clave, ya que en aquellas cuyo estado sanitario o nutricional sea deficiente, la sensibilidad al frío será mucho mayor”, dijeron.

Finalmente, respecto de las especies cítricas, explicaron que las mandarinas son las más tolerantes, seguidas por las naranjas y por el pomelo. “El limón y las limas son las más sensibles. Y dentro de cada especie existen combinaciones de portainjertos y copas que pueden presentar mayor o menor sensibilidad al frío”, indicaron.

El daño que se produce en los tejidos de las plantas consiste en una deshidratación de los órganos como consecuencia del congelamiento de los líquidos intra e intercelular y posterior pérdida de estos ante la ruptura de sus membranas celulares. “El incremento brusco de la temperatura como consecuencia de la exposición a los rayos solares en la mañana acelera el proceso de deshidratación. Los distintos órganos de la planta poseen una sensibilidad diferencial a las bajas temperaturas; los brotes tiernos y los azahares son los más sensibles”, concluyeron.