WASHINGTON, Estados Unidos.- El candidato que llegue a la Casa Blanca deberá ponerse al hombro a una generación de estadounidenses de ingresos bajos y medios que trata de volver a trabajar, en medio de una crisis que no se ha visto en más de 100 años.
Ya sea el actual presidente, Donald Trump, o el aspirante demócrata y ex vicepresidente Joe Biden, la situación será muy difícil: la mitad de 22 millones de personas que perdieron sus empleos durante la pandemia sigue sin trabajo.
Las nuevas contrataciones marchan lento y oscurecen las perspectivas de los trabajadores de bajos salarios, los más afectados por las pérdidas de empleo.
Las infecciones por coronavirus, que han matado a más de 225.000 estadounidenses, están alcanzando nuevos récords. Hoteles, compañías de transporte y proveedores de alimentos advierten que se avecinan más despidos, y la ayuda del gobierno, que permitió que muchos pagaran las cuentas, hace rato que desapareció.
Garantizar un futuro para una creciente clase baja “es el desafío más importante que Estados Unidos enfrenta en los próximos 10 o 20 años”, sostiene Gene Ludwig, ex contralor de la moneda durante la presidencia de Bill Clinton y autor de “La desaparición del Sueño Americano”. “No podemos sostener una sociedad democrática con esta cifra de personas de bajos y medianos ingresos, sin esperanza de vivir decentemente”, dice.
Los demócratas del Congreso y el gobierno de Trump han tratado de negociar un proyecto de ley de ayuda contra el coronavirus de 2 billones de dólares, pero muchos republicanos del Senado objetan el costo. Puede que no se llegue a un acuerdo hasta 2021. Y 2021 sería demasiado tarde para algunos.
Los ahorros se acaban
Los pagos en efectivo y la mejora del beneficio de desempleo establecido por ley, que agregó 600 dólares a la semana a los beneficios estatales de desempleo, sacó a más estadounidenses de la pobreza en abril, a pesar de que el desempleo se disparó, según un estudio del Centro de Pobreza y Política Social de la Universidad de Columbia.
Las personas que recibieron los beneficios mejorados pudieron gastar más, ahorrar y pagar deudas, según un análisis del Instituto JPMorgan Chase.
Después de que los beneficios expiraron, en julio, las cosas se pusieron feas. La tasa de pobreza mensual alcanzó el 16,7% en septiembre (era del 15% en febrero), según el estudio de Columbia. Tras una década de disminución, el hambre está aumentando.
Lisandra Bonilla, de 46 años, ahorró cerca de un tercio de las prestaciones de desempleo mejoradas que recibió después de que a finales de marzo perdió su trabajo. Fue un plan inteligente: en agosto, sus beneficios se redujeron a 275 dólares a la semana. Volvió a trabajar a tiempo parcial a fines de septiembre, pero ahora lucha para pagar las facturas con la mitad de su salario anterior y teme que sus ahorros se terminen en diciembre.
“Estamos tratando de salir del pozo, pero el pozo se está agrandando”, dijo Wendy Edelberg, directora del Proyecto Hamilton y senior de Brookings Institution.
Señala dos factores alarmantes: Más de 420.000 pequeñas empresas cerraron entre marzo y julio, más de tres veces el ritmo típico; y los despidos permanentes aumentaron a 3,8 millones en septiembre, desde 1,3 millón en febrero.
Donald Harper fue a más de 50 entrevistas de trabajo desde marzo. Harper, de 55 años y a cargo de dos niños de 10 y 13 años, hace poco supervisaba cinco restaurantes en un centro turístico de Orlando. Pero no está claro cuándo volverá al trabajo.
Ahora Harper, que también es obispo de una iglesia no confesional, lucha por pagar la comida con un salario de desempleo de 275 dólares a la semana y tiene tres meses de atraso en su alquiler de 1.900 dólares mensuales.
En Estados Unidos hay 2,4 millones de desempleados “de larga duración”, son los que han estado sin trabajo durante 27 semanas o más, y la cantidad aumenta. Estas personas están en mayor riesgo de abandonar el mercado laboral o de aceptar trabajos peor pagados.
Biden se comprometió a aumentar el salario mínimo y a desplegar billones de dólares en programas de infraestructura y energía verde. Pero necesitará los votos del Congreso. Trump ha señalado su apoyo a un mayor estímulo federal, pero no dio detalles sobre los puestos de trabajo. (Reuters)