Las alarmas volvieron a encenderse en barrio Norte por una seguidilla de motoarrebatos que se produjeron en los últimos días; algunos de ellos, de características violentas que sembraron el pánico entre los vecinos de esa céntrica zona de la ciudad.
Este martes, una comerciante relató por las redes sociales el mal momento que había vivido durante la mañana, en una de las horas más transitadas y con mayor movimiento vehicular en esa barriada. “Hoy 10:45 AM entraron a robar a mi local en pleno barrio norte dos tipos armados con muchísima violencia. Uno me agarró a mí con una pistola y el otro con un cuchillo a Pablo, la persona que trabaja conmigo”, había precisado la comerciante. La Policía, dijo, llegó unos 25 minutos después de lo sucedido, en Corrientes al 200.
Ayer, la calurosa siesta tucumana se vio sacudida por el violento robo a una periodista, casualmente a pocos metros del atraco del martes. Ella se encontraba en una mesa en un bar de Corrientes y Balcarce después de las 14, cuando un individuo se acercó, la tiró al piso y la golpeó para quitarle su teléfono celular. Luego, corrió por Balcarce hacia calle Marcos Paz, donde lo esperaba un cómplice en una moto. Se subió y huyeron hacia el oeste. Según relató, había en esa calle dos policías, que no llegaron a intervenir. Hace menos de dos meses, la periodista había sido víctima de un delito similar a un par de cuadras de allí, en avenida Avellaneda al 500.
Con diferencia de apenas minutos, otro tucumano fue víctima de un motoarrebato también en barrio Norte. Según su relato, una moto lo sorprendió a contramano en avenida Salta y Marcos Paz, le robaron su teléfono celular y huyeron. Los hechos despertaron el miedo entre los vecinos de una de las zonas que mayor desarrollo urbanístico registró en las últimas décadas. Barrio Norte se ha convertido en uno de los lugares en los que más edificios residenciales se han construido, además de clínicas y centros médicos privados que se instalaron allí. También es un polo gastronómico importante. Es decir, el movimiento peatonal en esas calles es constante y a toda hora del día.
Los intentos de las autoridades por tratar de prevenir esta modalidad delictiva, que aumentó considerablemente en los últimos años, no han dado resultados. Desde leyes declaradas inconstitucionales, como la que introducía modificaciones al dictado de las prisiones preventivas, a otras que no han sido reglamentadas por el Poder Ejecutivo; como la sancionada este año que prohíbe que dos adultos viajen en una misma moto. Se han sumado, por ejemplo, propuestas para obligar a dueños y a empleados de estaciones de servicio a que oficien de agentes controladores de uso de casco, chalecos y patentes, pero tampoco avanzaron por los rechazos generados.
Lo que denota este flagelo es una falencia crónica del Estado en materia de prevención del delito. No bastan con controles a los conductores, ni operativos en los que se secuestran motos por falta de papeles. El motoarrebato tiene la particularidad de generar pánico entre los transeúntes, más en un contexto de restricciones en el que, para tomar un café, los tucumanos deben sentarse en mesas dispuestas en las veredas por efecto del coronavirus. Es indudable que las autoridades no pueden mirar para otro lado y deben debatir medidas eficaces que permitan devolverle tranquilidad y seguridad a la ciudadanía.