Y allá fue Atlético, el pionero del norte, dando otro paso internacional en la Sudamericana, avalado por años de acertada gestión institucional, productiva propuesta futbolística y buenas campañas.
Lo hizo poniendo otra vez en alto el orgullo de este, nuestro fútbol, tan glorioso en logros como en nombres, tan fuertemente ligado a un sentimiento que atraviesa las generaciones y se hace energía en cada estadio.
El paso que intentó dar Atlético no fue ante cualquier rival: un “rey de copas” le opuso resistencia. Y se terminó saliendo con la suya.
Quién hubiera pensado hace un poco más de cuatro años, cuando logró su primera clasificación a la Copa Libertadores, que el “Decano” habría de ir poniendo mojones en el camino del deporte colectivo del norte argentino y ante rivales del continente. Antes de aquella fecha insigne del debut en ese torneo, el 31 de enero de 2017, competir en este nivel era apenas una expresión de deseos. El después se fue escribiendo desde 25 de Mayo y Chile con tinta que jamás se borrará.
En estos últimos años, desde el interior profundo del país, un equipo vestido de celeste y blanco fue haciendo girar la cabeza a los futboleros argentinos, tan acostumbrados al centralismo hasta en el rodar de una pelota.
Atlético es Tucumán. Atlético es de América. La hinchada lo dijo, la realidad lo demostró. Con un proyecto sólido de por medio, el futuro puede seguir ofreciendo otras copas para disputar. Atlético, puro coraje y buenas decisiones, es el norte para aquellos que ansían algo más que ser un club que participa. Y esto trasciende a un partido.