Sin ideas ni recursos se hizo muy difícil para Atlético
No sucede muchas veces en el último tiempo, por lo que no deberíamos dar muchos rodeos para decirlo: qué mal partido jugó Atlético anoche. De principio a fin. Desde la defensa hasta los delanteros, pasando por los medio campistas. El que se salva es Cristian Lucchetti y no sólo “se salva” sino que terminó siendo la figura del partido. Y eso ya dice mucho de una serie que el equipo de Ricardo Zielinski jamás tuvo bajo control.
Una eliminación como esta deja más preguntas que respuestas. La primera que surge es esta: ¿en dónde quedó el equipo que el domingo pasado, con suplentes, hizo tres goles tocando a ras del piso? Parte de ese equipo estaba en el banco y es razonable: los titulares se ganaron ese lugar, pero cuesta creer la diferencia de recursos y velocidad entre una ofensiva y otra. La cantidad de centros que llovieron al área de Sebastián Sosa fue grosera. Como si el equipo no tuviera ninguna otra herramienta para llegar al gol. Es cierto, así marcó el único tanto de la serie pero hasta en esa jugada pareció haber más elaboración que en la mecánica automática de lanzar la pelota al área rogando que Javier Toledo la embocara.
Antes del gol de Leonardo Heredia, vino el de Silvio Romero. Ese que terminó liquidando la serie. Curiosamente vino con dos cabezazos en el área, algo que Atlético jamás pudo hacer. Pero antes del gol, que bien podría haber funcionado como un puñal justo antes de salir al coliseo, ya se veía un equipo desconectado. Como si el silencio característico de los partidos pos pandemia se hubiese apoderado de todos los jugadores de campo.
Independiente no fue una topadora pero percibió al instante la apatía del local. Y quizás eso es lo que más duela hoy en Atlético: ante un equipo que tiene muchísima historia pero un presente y un potencial similar al “Decano”, nunca estuvo cerca de los octavos de final. Ni siquiera en esa jugada en la que Sosa sacó una pelota con la cara. Augusto Lotti podría haber conseguido el 2-1 pero con el arco a disposición apuntó al cuerpo. Lucas Melano y Toledo jamás congeniaron. Ni entre ellos ni con el arco que tenían en frente.
El único momento cuando Atlético se sintió superior y se reflejó en el campo de juego fue en ese primer tiempo en Avellaneda. Pero ya estaba abajo en el marcador y nuevamente sus delanteros fallaban: Melano y Toledo no pudieron concretar tres clarísimas chances de gol. Al menos estas habían sido generadas con algo más que centros. Que no se mal entienda: la pelota parada es un arma tan noble como cualquier otra. Pero su abuso es tan nocivo como en cualquier otra. Es difícil de entender cómo el plan jamás cambió durante ese segundo tiempo. Quizás el 1-1 terminó legitimando una forma que ya había pasado de moda, al menos en este partido. A los centrales de Independiente les resultó sencillo y predecible despejar todo lo que se lanzaba a su área, porque siempre lo hacía de la misma forma: por arriba.
Atrás, los laterales se proyectaban sólo para tirar centros. Erráticos centros. Una pared aparecía de vez en cuando, pero terminaba siendo mal ejecutada como gran parte de la estrategia. En el medio Cristian Erbes estuvo disminuido y Franco Mussis muy errático.
Sin goles de visitante, y jugando mal durante prácticamente todo un partido, era muy difícil avanzar a octavos. A no exagerar: un mal partido lo tiene cualquiera. Mucho más después de tanto tiempo sin jugar. Además la temporada 2020/21 recién comienza pero la pregunta inicial parece ser la clave en este objetivo con el que tanto soñaba Atlético, sus jugadores y su cuerpo técnico: ¿dónde está el equipo del domingo pasado? En un partido de eliminación, hubiese sido necesario que aparezca.
Falló atrás y le faltó gol
El “Rojo” no perdonó las equivocaciones defensivas. Atlético llegó mucho, pero sólo anotó una vez.
Un año marcado por los penales
En la Libertadores lo sacó DIM en la tanda de penales. Esta vez el que convirtió Romero en la ida fue clave.
Lucchetti es una garantía
Si Atlético se mantuvo en pelea fue porque su capitán volvió a demostrar que su vigencia sigue intacta.