Los primeros días del nuevo año mezclan un panorama tan volátil como sinuoso para la Argentina. La soja vuela en los mercados internacionales (cotiza a U$S 500 la tonelada); la recaudación fiscal federal apenas le ganó a la inflación en plena pandemia del coronavirus; el dólar le dio un respiro a la política monetaria y ayer el blue cedió $ 5. Hasta allí, la fotografía muestra que la economía puede llegar a mejorar la puntería, por más que el Banco Mundial haya recortado su pronóstico sobre el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), del 5,5% al 4,9%, un rebote esperado por la Casa Rosada. Pero al país le cuesta recuperar la confianza y, por esa razón, siempre navega en las aguas de la incertidumbre.
El riesgo país se ubica todavía por encima de los 1.400 puntos básicos de acuerdo con la medición global de la banca JP Morgan. Según los operadores bursátiles, la Argentina debe dar señales de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la deuda que aún está pendiente de pago, algo que puede llegar a ocurrir en marzo próximo. Además, en el mercado hay temores acerca de la nueva ola de contagios en el país, que se potencia con el ingreso de la nueva cepa de Río de Janeiro, que puede derivar en un endurecimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio a menos de un año de la declaración de la cuarentena por la Covid-19.
La recaudación de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) mejorará en tanto la recuperación económica se sostenga, advierte un reporte de Ecolatina. En este sentido, el inicio de una segunda ola de Covid-19 complica el arranque de 2021. Si el consumo y el mercado laboral no muestran un mayor dinamismo en los próximos meses -el IVA y la Seguridad Social representan alrededor de la mitad de la recaudación, y la aceleración de la inflación no frena, los recursos tributarios podrían volver a caer en términos reales, apunta la consultora. Por el contrario, si la recuperación es significativa la presión tributaria podría aumentar si el gobierno nacional logra captar lo que espera (alrededor de 0,5% del PBI) con el Impuesto a las Grandes Fortunas este año, del cual todavía no se conoce la reglamentación. La ingeniería fiscal federal es creativa, extensiva y progresiva: en la Argentina de la crisis sanitaria y económica, toda la cadena económica está sujeta a 42 impuestos nacionales, 41 impuestos provinciales, 83 tasas municipales. Y es de esperar que surjan nuevos gravámenes, porque ya está acordado que la mochila impositiva no bajará este año y que las provincias (y, por ende, los municipios y las comunas rurales) no dirán nada porque resultan, en cierta medida, favorecidas por el efecto cascada de la recaudación a través de la coparticipación. En un año electoral, el peor escenario que se plantean los gobernadores es recibir recursos de acuerdo con lo presupuestado, mientras varios de ellos apuestan a ser los beneficiarios de las transferencias discrecionales, esas que se reparten de acuerdo con la cara del cliente. No es un dato menor en un año electoral.
El tucumano Juan Manzur se incluye en el listado. El año que pasó no fue bueno en la cosecha de obras públicas. Lo dice un informe del Ministerio que conduce Gabriel Katopodis. Sólo en el NOA se financiaron 70 obras, que están en ejecución: ocho de ellas en Catamarca por $ 3.525 millones; otras ocho en Jujuy por $ 6.600 millones; La Rioja con 14 obras por $ 20.068 millones; y Salta con otras 15 por $ 7.970 millones. Además, en Santiago del Estero se desarrollan 10 obras por $ 9.235 millones; y en Tucumán 15 obras que implican una inversión de $ 5.950 millones (la mayoría relacionada con el mantenimiento de la red de agua y cloacas. A juzgar por los montos, la provincia no ha sido la más beneficiada en ese reparto. En el plano interno, dos los trabajos con mayor financiamiento correspondieron a municipios gestionados por Cambiemos (Yerba Buena y Concepción). El Ministerio de Obras Públicas ha informado que las obras y proyectos de infraestructura pueden visualizarse a través de la plataforma MapaInversiones (https://mapainversiones.obraspublicas.gob.ar), creada para facilitar el acceso a la información y el control ciudadano para el seguimiento de la ejecución de los trabajos, que se van actualizando en forma gradual e incremental. Manzur aspira a que, el próximo viernes, Katopodis renueve compromisos de mayor financiamiento para Tucumán, durante la visita que hará el funcionario nacional. En esa orientación, el gobernador reunió ayer a su equipo de Obras Públicas para que aceleren la presentación de los proyectos ejecutivos. Esa faceta de la gestión es estructural en la campaña que el oficialismo tucumano pretende montar con vistas a las elecciones de medio turno, de octubre próximo. Manzur ha dejado de hablar de la suspensión de las PASO. Casi resignado, sostiene que no es un tema que hoy esté en la agenda de los gobernadores. Tampoco quiere hablar de la conformación de las nóminas de postulantes a las bancas que se renovarán en Diputados y en el Senado. Todo eso está en proceso de negociación.
El escenario económico y político tienen un punto de encuentro: la inflación. El gasto electoral puede llegar a incrementarse exponencialmente por efecto de la actualización de precios, en una provincia que ha cerrado 2020 con un déficit no menor a los $ 8.000 millones. El margen para gastar es poco. Además, esa misma inflación pone a Manzur entre la espada y la pared: aplicar una política de ahorro forzoso o atender las demandas de aumentos salariales de los gremios estatales. Marzo marcará el rumbo de la política que se viene.