Para estimular el uso de la bicicleta, Tucumán cuenta con varias bicisendas. La última que se inauguró tiene 12 kilómetros y está en Yerba Buena. Estas estructuras, cuando están bien realizadas y cuidadas, pueden ser aprovechadas por los ciclistas y los beneficios son innumerables: la bici ayuda a llevar una vida más saludable, y como medio de transporte puede aliviar la concentración vehicular en las ciudades.
La pandemia le dio un envión a la bicicleta. Cada vez se ven más de estos rodados por las calles tucumanas. Por ello, cualquier iniciativa para construir ciclovías siempre es bienvenida, ya que así puede garantizarse un mejor ordenamiento vehicular y mayor seguridad en el tránsito.
Además de la necesidad de que se desarrollen más bicisendas en nuestra provincia, también hay otros puntos que no se deben pasar por alto. Por un lado, para que las ciclovías tengan éxito y no se conviertan en espacios vacíos, es necesario que cuenten con un mantenimiento adecuado y un control. De lo contrario, podrían quedar inservibles en poco tiempo. Eso ocurrió en Tafí Viejo, donde a menos de un mes de ser inauguradas fueron dañadas por los automovilistas que dejaban los autos estacionados justo por donde debían circular las bicicletas.
Por otro lado, es fundamental concientizar a los usuarios de la vía pública, incluidos los ciclistas, para que cumplan las normas de tránsito. Recientemente LA GACETA efectuó un recorrido por tres de los corredores construidos al servicio de los pedalistas: el de Yerba Buena, el de la avenida América y el de la avenida Kirchner. Quedó comprobado que estos espacios específicos no son muy aprovechados por los ciclistas, quienes suelen usar las avenidas en lugar de los paseos construidos a pocos metros para su exclusivo servicio.
Es cierto que los ciclistas figuran entre los más vulnerables de quienes circulan la vía pública. Pero es una realidad que muchos de ellos también son transgresores. Tal vez por falta de patentes que registren las bicicletas, por falta de conciencia ciudadana o por falta de control, o por todo junto, no siempre cumplen con las normas para transitar por las calles. Una falta bastante común que protagonizan a diario es el cruce del semáforo cuando está en rojo.
En un contexto en el que se fomenta el uso de las bicicletas para aliviar el perturbado transporte automotriz, abaratar los costos de los viajes cotidianos y sanear el medio ambiente, tal vez sea el momento oportuno para abrir un debate sobre una nueva reglamentación de tránsito. El objetivo es que las bicisendas funcionen correctamente y que a los ciclistas les correspondan los mismos deberes (y sanciones) que el resto de quienes conducen cualquier otro medio de transporte.
Un dato que preocupa es el aumento de los ciclistas lesionados en accidentes de tránsito. En uno de los últimos informes del hospital Padilla se observa que se cuadruplicó la cantidad de heridos que pedaleaban al momento de chocar.
Las autoridades municipales deberán emprender una tarea educativa más profunda para que se utilicen bien las ciclovías y para que primen la tolerancia y el respeto a las normas de tránsito. Sólo de esta manera podremos aprovechar a pleno este medio de traslado económico y saludable, protegiendo mejor nuestra vida en lugar de arriesgarla al salir a la calle.