La Gringa regentea un burdel donde tres prostitutas tienen cada vez menos clientes; anciana y casi ciega, recuerda un viejo amor y sueña con poder ir a Italia para reencontrarlo una última vez y pedirle perdón por haberlo traicionado. Ese deseo es lo que mueve a sus empleadas a tramar un viaje imposible.
“Venecia” fue escrita por Jorge Accame, y en su texto conjuga la comedia y el neogrotesco argentino en una obra que se ha transformado en una de las más representadas de la nueva dramaturgia nacional. A las numerosas versiones que ha tenido desde su estreno se suma esta noche el estreno de la puesta que dirige Hugo Galván en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550), a las 22. El elenco está conformado por Manina Aguirre, Laura Guillou, Nancy Vera Groy, Daiana Lazarte, Marcelo Marcos, Germán Gutiérrez Ferronato y el propio Galván, con la asistencia de Guillermo Felipe.
“El viaje ‘simbólico’ de la Gringa es la acción que determina su felicidad. Y dentro de esta acción existe, por un lado, su nostalgia por los momentos vividos y por otro lado, la solidaridad, elementos que emocionan y que nos hacen pensar en nuestra propia felicidad. Es una historia de amor, en un lugar donde aparentemente el amor no es tan fácil”, afirma el director y actor.
“Con el tiempo, esta obra se convirtió en un clásico por ser auténtica, por la transparencia de sus personajes y por ser un texto tomado de la realidad con sus luces y sombras. Es una historia generada en el interior del interior, que cumple con el precepto de pintar la aldea para mostrar el mundo”, afirma Galván para LA GACETA.
- ¿Todos tenemos una Venecia?
- Siempre hay un lugar que nuestro corazón reconoce como ese espacio para refugiarnos de los tiempos bravos... No importa en qué etapa de nuestra vida vayamos a él, ese espacio será el que nos impulsará a saldar nuestras deudas y a aliviar las cargas. Y en ese refugio está el amor; cada uno le pondrá el nombre que desee, pero el amor estará siempre esperándonos para completarnos.
- ¿Sin el otro podríamos cumplir los sueños, sean cuales fueran?
- En solitario es imposible, cada uno de nosotros somos el reflejo del amor y de las manos tendidas de otros, incluso de aquellos que nos precedieron. Con los retazos de cada sueños nos completamos con el otro, para poder avanzar con lo poco que nos queda. La precariedad de estos personajes es lo que los hace inmensos. Buscan un rumbo que se extravió en algún momento y cada uno llega a la certeza de que lo vivido hasta allí ya no les posibilita avanzar. Es una manera simple de tomar el desafío y afrontar lo que nos enfrenta, nos cuestiona y nos lleva como espectadores a acompañarlos hacia un futuro posible, donde todos nos podamos encontrar.