El clima de tensión en las afueras del sanatorio Luz Médica continuó durante toda la mañana de ayer. Algunas personas se acercaban a visitar a sus parientes internados pero, como lo sabían, no pudieron verlos.
Rosa Ortiz está sentada afuera del sanatorio esperando noticias de su papá, Juan Ortiz, que se encuentra internado en terapia intermedia por un “problema en los huesos”. “Hace dos semanas que está internado y todavía no me dijeron cuándo sale”, cuenta.
La situación preocupa a algunos de los que se acercan a la zona. Otros , en cambio, lo viven con mayor tranquilidad. La única actitud unánime que tomaron todos fue la precaución. Como un déjà vu de pandemia se vieron rostros tapados con barbijos y distanciamiento.
Al respecto Rosa está un poco desconcertada respecto de la situación. Según dice, escuchó muchas cosas sobre lo que está pasando en el hospital y no sabe cuál es cierta y cuál no. “La verdad que las noticias estas del brote me asustan, pero no podemos sacarlo de acá. Si pudiera lo hubiera sacado hace rato, pero no puedo, tengo que esperar”, señala en una conversación con LA GACETA. Personal médico le dijo -avisa- que a partir del martes o miércoles, cuando todo se normalice un poco, ella podrá entrar a ver a su papá. Mientras, recibe los partes médicos por teléfono, pero la tranquiliza el hecho de que la evolución de Juan es positiva.
Natalia Romero y Luján Romero, hermanas, están en la vereda de Marcos Paz al 900 y esperan recibir novedades sobre el estado de salud de su madre, María “Mara” Lazarte, de 60 años, que fue hospitalizada en la noche del 23 de agosto luego de padecer un ACV.
En su caso no les preocupa la enfermedad que por la que ya murieron tres personas. Esas noticias se las toman con calma y analizan la información que reciben antes de difundir una posible fake news.
Su preocupación, en cambio, pasa por el efecto que podría tener para “Mara” el hecho de no poder verlas durante tanto tiempo. “Al no poder estar con ella no nos escucha, no nos siente cerca. Y el miedo es que pueda entrar en depresión o algo así”, dice Natalia, la mayor de las hermanas.
Desde el domingo no las dejan ingresar al sanatorio y el lunes les avisaron que se trataba de órdenes del Siprosa para mantener un protocolo de prevención. Ambas, sin embargo, entienden la situación y dan fe de que su mamá está siendo bien cuidada.
“Están circulando cosas que no son reales y es una falta de respeto para los familiares que tenemos pacientes arriba. Quiero llamar a la solidaridad de las personas para que no divulguen cosas que no saben, porque la mayoría de los pacientes que están internados son por otros casos que vienen acarreando desde hace tiempo”, agrega Luján.
El único local comercial de la cuadra atiende, ahora, con la puerta cerrada para mantener la distancia y exige el uso de barbijo.
Adriana Ramos vive a la misma altura del sanatorio, pero sobre calle Santa Fe, lo que está pasando la tiene asustada. “Me asusta estar tan cerca porque evidentemente es algo contagioso y estamos todos expuestos.
“Es lamentable lo que se vive, no puedo creer que no tenga una faja de clausura el lugar. Creía que iba a estar clausurado ya”, concluye.