PEKÍN, China.- Cuando un país que concentra más de 1.412 millones de habitantes y es la primera potencia comercial y de inversiones, la marcha de su economía es asunto que concierne a todo el mundo. Eso se reflejó en preocupaciones por el crecimiento escaso, en el inicio de la semana y un día después de la elección de Xi Jinping al frente del Partido Comunista Chino.
Datos oficiales divulgados ayer muestran que la economía china registró un crecimiento de 3,9% interanual en el tercer trimestre de 2022. El número supera las previsiones de los analistas, pese a la desaceleración provocada por las restricciones sanitarias, pero está por debajo del objetivo de China para todo el año del 5,5%, que ya es el más bajo en tres décadas.
La cifra de crecimiento del PIB, publicada al día siguiente de la reelección de Xi, llegó con seis días de retraso, sin anuncio ni rueda de prensa, al contrario de como se suele hacer. China aplazó la divulgación de esas cifras sin precisar el motivo ni el nuevo calendario de publicación. Aunque se le cuestione la transparencia, la cifra oficial del PIB de China -que es un reflejo de su política- es un dato esperado por los economistas e inversores, debido al peso que tiene el país en el panorama internacional como segunda economía mundial.
La Bolsa de Hong Kong registró ayer fuertes caídas y cerró con una bajada de más del 6%, un mínimo desde la crisis financiera de 2009. La Bolsa de Shanghái retrocedió un 2%.
Así, los inversores mostraron su decepción por el hecho de que el congreso del partido no enviara más señales positivas para la economía.
Ante la desaceleración de la economía, Xi dijo que el país no debe tratar de conseguir un crecimiento rápido a toda costa sino uno de “alta calidad”, para lo que reclamó un aumento de la demanda nacional o reforzar la seguridad de las cadenas industriales y de suministro.
También puso énfasis en la “autosuficiencia” tecnológica, término que no figuró en su discurso durante el Congreso de 2017, lo que demostraría que se trata ahora de una cuestión prioritaria en el marco de la guerra comercial con Estados Unidos, que se ha expandido a otras áreas clave como los semiconductores.
Más allá del incipiente lema de la “prosperidad común”, uno de los puntos del discurso de Xi que más llamó la atención de los expertos fue la promesa de “regular” la acumulación de riqueza y de “ajustar” los ingresos “excesivos”.
“Es la primera vez que se habla de un mecanismo para regular la acumulación de riqueza. No está claro en qué se traducirá, pero puede tener implicaciones para los ricos y para los que aspiran a ser ricos”, apuntaron en la consultora Trivium China.
Según la mayoría de analistas, la política de tolerancia cero con la que China afronta la pandemia de la covid-19 es uno de los factores que lastran todavía más una economía nacional que ya mostraba signos de desaceleración en los últimos años.
Pese a todo, hay algunas señales positivas: las principales aerolíneas chinas ya han anunciado una tímida reanudación de algunas rutas internacionales, y algunas informaciones apuntaron a que el Congreso habría debatido si reducir la cuarentena obligatoria al llegar al país de los actuales 10 días a 7, un extremo que no han confirmado las autoridades. (Especial-Reuters)