“Eran dos túneles e íbamos a hacerlo de vuelta”. El comentario del Doc a Rodolfo Palacios y a Jorge Larrosa durante una entrevista fue la mecha que disparó la construcción de esta novela que tiene como protagonistas a la misma banda que el 13 enero de 2006 ejecutó con suma precisión el robo al banco Río de la sucursal Acassuso, vaciando las cajas de seguridad y alzándose con un botín de unos 19 millones de dólares, para luego escapar por un boquete que los llevó por un túnel hasta el río.
Concretaron el plan y escaparon sin disparar ni un solo tiro y dejando pegado el cartel con la ya célebre frase: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”.
El golpe se conoció como “el robo del siglo” y de él participaron siete hombres, de los cuales cinco fueron apresados: Fernando Araujo, Sebastián García Bloster, Raúl Alberto de la Torre, Julián Zalloechevarría y Luis Mario Vitette.
Otros dos lograron saltar el cerco policial. El robo tuvo ribetes cinematográficos; por eso a nadie puede sorprenderle que haya sido carne de literatura, de documentales y de una película protagonizada por Diego Peretti y Guillermo Francella.
El Doc, también conocido como el ladrón fantasma, fue uno de los dos que no cayó. Y fue durante una serie de entrevistas que le realizaron los periodistas por el primer robo que llegaron azarosamente al dato de que se les había cruzado por la cabeza volver a vaciar las cajas de seguridad del mismo banco. “Íbamos a hacerlo de vuelta, pero debido a todo lo ocurrido no se pudo hacer”, comenta el periodista Jorge Larrosa que les dijo el Doc y ante la pregunta de si pensaban entrar por otro lado, les contestó: “No, una vez que vos tenés la entrada cómo vas a hacer otra. Cuando ya la tenés lo que tenés que buscar es la salida. Y si la vez pasada la hiciste en el norte no tenés que irte por el sur, sino por el este o el oeste. Y nos contó lo que había planeado”.
“Ahí hablamos con Rodolfo y nos pareció que podía ser interesante contarlo y cuando lo hablamos con el doctor José Luis Estévez, él nos dijo que en ese momento era muy complicado porque no estaba cerrada la causa. Empezamos con esto como hace cuatro años y lo terminamos durante la cuarentena”, dice Larrosa en referencia a la novela El segundo robo del siglo (Planeta).
-Además de las entrevistas al Doc, ¿cómo trabajaron el argumento?
-Hubo que viajar para ver los lugares, para poder sentir, para poder imaginar, para poder escribir, porque estábamos imaginándonos una historia, porque íbamos a contar un hecho que iba a ocurrir pero que nunca ocurrió. Uno hace policiales reales, va preguntando cuáles son las situaciones, cuáles son los caminos que se van formando, pero estaba la dificultad de imaginar algo que tuviera la perfección del otro robo, pero este segundo tenía que salir limpito, porque el otro salió casi perfecto. Cuando nos pusimos a escribir no teníamos idea cómo hacerlo, cómo instrumentarlo, éramos tres para escribir. Entonces decidimos que cada uno fuera escribiendo lo que le pareciera. Cada uno tomó un tema. Pero necesitábamos un tema de introducción.
-Y tenían a la figura del Doc…
-Claro, necesitábamos una situación que ingresara al lector en la historia y tomamos la situación del Doc. Entonces dijimos: “hagamos la historia del Doc y su participación histórica en el mundo delictivo, y su forma de ir a buscar no una revancha, sino de ir por todo, salir campeón con la Selección. Un poco el sueño de Messi con la distancia que hay, porque esto es un delito. Pero nosotros pretendemos ser escritores, y entonces tenemos que ir a esa historia. Demostrar algo que está escrito, que es ficticio, pero que es posible.
-Mencionaste que el segundo robo no se dio porque sucedieron cosas que lo impidieron.
-Claro, los hechos que ocurrieron posteriormente. Luego del gran ruido que hizo el arresto de Beto (de la Torre), ninguno se comunica entre ellos. Existió esa promesa individual entre ellos de “no hablo más con ninguno”. Porque los miedos vienen, eso de que el criminal siempre vuelve al lugar del crimen es mentira. Nadie vuelve ahí, pasás bien lejos. Querían estar alejados y la prueba está en que Fernando estaba en San Juan. Y los que tuvieron tiempo de irse, lo hicieron. El Doc dijo “eso puede ocurrir” y se llamó a retiro y nadie supo nada más de él. Otros que quedaron pululando por ahí como mariposas fueron cazados. Cuando se sigue una pista, se abre más. Y cuanto más se abre, en la red empieza a caer casi todo el mundo. El Doc tenía eximición de prisión y sospechaban de él.
-A la hora de ejecutar literariamente el plan decidieron ajustar todos los detalles para lograr la perfección.
-Claro, este libro busca que todos esos errores que habían cometido, ahora no se cometan. Además se vuelve como un socialismo delictivo: todos en partes iguales, sin importar quién ponga más o menos el pecho. Todos en partes iguales. Cosa que no había pasado en el otro. Además acá se calcula el tiempo de lo que llevó abrir 145 cajas, y quedaban 300, el doble de tiempo y había que buscar la manera de que fuera más rápida que la que usaron al principio. Pero no solo eso calculamos sino que al doble de caja, el doble de peso. ¿Y cómo se sacan todos esos bolsones con peso? Ahí lo explicamos.
-El plan del que da cuenta El segundo robo del siglo, ¿es el que maquinó el Doc?
-Todo igual, menos algunas cosas que agregamos. Una vez con Luis Ortega en El Marginal medio que polemizo con él porque veo botellas de vidrio en una de las tomas, le digo “en la cárcel no hay botellas de vidrio” y me contesta: “en la cárcel no, pero esto es una película”. Acá hay cosas que de repente eran medio difíciles, pero es un libro. Cuando uno escribe o cuando uno filma es política, el arte de lo posible. Hay escritores que hablaban de lugares que para ellos eran desconocidos. ¿Cómo hizo Emilio Salgari?, ¿cómo hizo Julio Verne?, ¿cómo lograron esa imaginación?, ¿a quién le preguntaron? Y si voy más atrás, ¿cómo hizo Homero? Porque era ciego y no creo que haya navegado. Armaron con lo que les contaron. Esa fue la técnica que usamos. Escuchemos, escuchemos e imaginemos.
-Tanto desde la tapa del libro como dentro de la historia, el túnel tiene un peso importante.
-¿El túnel hasta dónde conduce? ¿Hasta dónde podés ver la luz? ¿Es el porvenir?, ¿la esperanza?, ¿qué es el túnel? Pero mientras tanto tengo que caminar por un lugar oscuro, húmedo, viscoso. ¿Tengo miedo?, ¿podré seguir avanzando? Este túnel es distinto porque, a pesar de que estás de espaldas, el túnel es la salida. La salida de algo que estás buscando pero no sabés qué es. ¿Qué busca cada uno de ellos? En la historia nosotros mostramos a cada uno de los personajes entrevistados por el Doc y va mostrando cada uno su personalidad. Están en la búsqueda de algo. ¿El robo al banco era la meta de ellos o era una meta en el camino? No sabemos. Entonces el túnel es una salida pero no sabemos hacia dónde.
-Y al igual que en el primer robo, en el segundo tampoco hay armas.
-No era solamente no usar armas. Usaron la peor arma que puede tener el hombre. La más mortífera: el cerebro. Por eso es humano. ¿Hay algo más peligroso y mortífero que el cerebro?
PERFIL
Jorge Larrosa es escritor y fotoperiodista. Autor de canciones de Andrés Calamaro como “La ranchada de los paraguayos”, conocedor de las profundidades del submundo del hampa, escribió sobre historias de robos y criminales. Recorrió cárceles, entrevistando detenidos o dando charlas y escribió Postales tumberas, considerado un libro de culto.
Dos en un mismo siglo*
Por Jorge Larrosa, Rodolfo Palacios y José Luis Estévez
¿Pueden, los mismos autores, robar el mismo banco y superar el anterior robo, que fue considerado uno de los más grandes, audaces y astutos de la historia? Dos robos del siglo en un mismo siglo. Para eso deberán enfrentar desafíos: uno de ellos, a quien nunca se le conoció la cara ni el nombre, se pondrá al frente para lograr el milagro. Como una épica que irá contra lo irrealizable. En una historia en la que no faltarán la amistad, las injusticias y los cuatro elementos que hacen a la vida: el aire, el fuego, el agua y la tierra.
Los mismos hombres volverán a emerger de un corredor subterráneo paralelo al mismo túnel que ya habían transitado antes, sin pensar que volverían a hacerlo algún día.
El protagonista de esta historia no es un invento.
Es real, tiene nombre y apellido, una cara y una vida que nunca será contada. Su imagen e identidad tampoco saldrán a la luz.
Pero ese hombre existe. Y es acaso el mayor secreto del llamado robo del siglo al Banco Río de Acassuso. Su enigma, que llevó a que fuera llamado “el ladrón invisible” o “el fantasma del delito”, es más interesante que el destino del botín.
Este ser de carne y hueso (y cicatrices) nunca fue detenido.
Siempre tuvo perfil, más que bajo, subterráneo, haciendo honor al precepto que enarbolaba Howard Phillips Lovecraft: “Un verdadero caballero no debe darse a conocer”.
No le interesa ser leyenda ni misterio.
Lo llaman el Doc.
*Fragmento de El segundo robo del siglo.
© LA GACETA
Flavio Mogetta