Se sabe que el vino es la bebida de los Dioses. Organizadas apasionadamente por Dionisio -Baco, en la versión romana-, resultan memorables las francachelas que habitualmente se celebran en el Olimpo. Allí se bebe y se come; y no cualquier bebida o comida, sino aquellas que califican como de alta gama. Durante los últimos tiempos, por ese espacio reservado para los mejores comenzaron a circular vinos producidos en el Valle Calchaquí de Tucumán.
Días atrás se difundió un listado de vinos premiados en el Concurso Internacional “VinoSub30 Argentina 2022”, que se realizó en Mendoza. Allí se destacan productos de seis bodegas de Tucumán, que cosecharon medallas de oro -calificaciones superiores a los 90 puntos-: Arcas de Tolombón, Luna de Cuarzo, Altos la Ciénaga, Los Zazos, Río de Arena y Finca la Orilla. Esto no sorprendió a los bodegueros tucumanos, que desde hace algún tiempo se vienen acostumbrando a recibir premios por sus vinos.
“Este concurso se hace en varios países de Latinoamérica, y también en España. Votan profesionales de hasta 30 años; se trata de un segmento muy interesante para nuestros vinos. Estos jóvenes están iniciándose, pero que ya conocen mucho de vinos; sommeliers, enólogos y enófilos de hasta los 30 años, gente joven”, contó Silvia Gramajo, presidenta de la Cámara de Bodegas y Viñedos de Tucumán.
Destacó, precisamente, que el vino de nuestra provincia esté llegando a esa franja etaria. “Es importante destacar que las bodegas y los vinos que fueron distinguidos vienen ganando desde hace mucho tiempo premios y galardones a nivel nacional e internacional. Esto ubica al Valle Calchaquí tucumano entre los mejores geográficamente para la vinificación; es decir, son vinos con mucha identidad; con muchos aromas a flores, a fruta fresca; con intensos colores”, dijo.
Contó que a lo largo del año que se despide las bodegas tucumanas consiguieron muchos premios; no solo las mencionadas, sino también La Churita, Albarrosa y Chico Zossi. “Pero más allá de la competencia en sí, estos premios sirven para posicionar a los vinos tucumanos en un nivel importante, de alta calidad, de alta gama. Y lo dicen aquellos que hacen catas a ciega y también quienes disfrutan de estos vinos”, puntualizó Gramajo.
Emergencia
A raíz de todo ello, duele más la situación que debieron soportar los viñedos de la zona hace alrededor de un mes. A principios de noviembre se registró una fuerte helada tardía en los Valles Calchaquíes, con temperaturas que alcanzaron los -5° C, por largos períodos de tiempo. El Gobierno provincial dictó la emergencia agropecuaria y declaró la región zona de desastre. La Nación también prometió ayuda para el sector.
“Sufrimos un desastre, con daños superiores al 80% y al 90%. Perdimos la totalidad de las uvas con las que íbamos a hacer la vendimia en febrero, en marzo y, las tardías, en abril. Debemos ver cómo continuamos”, indicó Gramajo.
Añadió que el fenómeno tiene que ver con el cambio climático, que se manifiesta con heladas tempranas o tardías, con granizo. “No solo se perdió la uva del Valle Calchaquí tucumano; también la de la región. O sea, no podremos obtener materia prima de Catamarca o de La Rioja para vinificar”, lamentó.
Precisó que los intensos fríos también afectaron las yemas. Es decir, también está afectada la producción de 2024. En el mejor de los casos, habrá que esperar la época de la vinificación de ese año; o sea, recién podría haber vino a fines de 2024 o en 2025. Hablamos de dos años de pérdidas; las bodegas están prácticamente a quebranto. Hay que reinventarse; la consigna es ver cómo continuamos para que no desaparezca la ruta del vino tucumano”, afirmó.
Más allá del duro panorama, Gramajo se aferró a la esperanza de que se cumplan las ayudas por parte de la Provincia y de la Nación. “Hemos solicitado a EDET y al Ente Único de Control y Regulación de los Servicios Públicos Provinciales de Tucumán (Ersept) que nos den una mano con un subsidio para que podamos seguir regando; la energía eléctrica está cara, y debemos mantener las plantas, que ya están rebrotando. Si no podemos continuar esto también habrá una afectación social y cultural; mucha gente de los alrededores trabaja en la vendimia, en la vinificación, en las bodegas. Es difícil afrontar todo esto, pero estamos esperanzados”, manifestó.