El final del programa Conscientes, elaborado a lo largo del año con diversas acciones para estimular la educación ambiental y la reflexión sobre las estrategias para mejorar la vida comunitaria, llegó la semana pasada con un encuentro en el que se evaluaron y premiaron las propuestas sustentables de los colegios secundarios que participaron. Fueron unos 500 alumnos de más de 25 escuelas de todo Tucumán, Salta y Jujuy. Hubo cinco finalistas, elegidos por un grupo de expertos y todos resultaron premiados.
Hace algunos meses, Conscientes lanzó un concurso para estudiantes del secundario. Cada escuela debía crear un proyecto sustentable. La mejor propuesta se haría acreedora de un viaje de estudios a Bariloche. La idea del programa ecológico, impulsado por la empresa Maderplak, era generar acciones para lograr un impacto real y positivo en el ambiente. En ese sentido, en esas diferentes acciones se retiraron tres toneladas de residuos del cerro San Javier y también se plantaron 2.800 árboles nativos para crear un nuevo bosque.
El cierre del año consistió en la exposición de los proyectos. Uno fue hacer corredores biológicos para recuperar los espacios naturales “perdidos” por el avance de la urbanización en Yerba Buena. Plantearon un estudio de los espacios verdes y articular con el municipio local y con actores privados para llevar a cabo los nuevos corredores. Otro fue hacer la georreferenciación sobre la calidad del arbolado y plantear estrategias de cuidado. Toda la información estaría compartida con la población para poder concientizar sobre la importancia del arbolado urbano. Una tercer propuesta fue de estudiantes del Instituto Oral Tucumán (escuela para alumnos sordos e hipoacúsicos) para hallar una estrategia para informar y un proyecto para un destino final de pilas y baterías. Su iniciativa fue elaborar un anteproyecto de ley, con colaboración de la Universidad Nacional de Tucumán, para presentar a las autoridades y requerir una normativa específica para la disposición final de pilas y baterías. Un cuarto proyecto, de la Escuela Agrotécnica de Amaicha y Los Zazos, fue hacer un censo de población, coordinar ecopuntos, planificar y ejecutar las visitas de guardianes ambientales, coordinar con la comuna para la recolección diferenciada de residuos y su traslado al Centro de Interpretación Ambiental (CIAT) para su posterior tratamiento. El último planteo fue transformar plástico en combustible gaseoso y la generación de madera plástica.
Independientemente de que hubo un proyecto ganador –el de georreferenciación de la escuela jujeña de General San Martín- la experiencia ha movilizado a la comunidad de estudiantes y ha tenido una dimensión que ha superado el ámbito escolar en lo que hace a la difusión y la concientización. La idea es que todos esos proyectos innovadores puedan ser llevados a la práctica y la comunidad reaccione para que estas iniciativas movilizadoras terminen ayudando a coordinar entre autoridades y comunidad la construcción de un mundo mejor.