Un estudio realizado por Federico Soria y por Javier Carreras, técnicos de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica (SIG) de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) refleja que aproximadamente un 42% de las explotaciones citrícolas posee plantaciones con edades superiores a los 19 años mientras que el 58% restante posee plantaciones de entre dos y 19 años. De este estudio se infiere que Burruyacu es el departamento con mayor superficie plantada; y que los departamentos de Tafí Viejo, Yerba Buena y Lules poseen mayor proporción de plantaciones viejas (mayores a 19 años). Soria y Carreras también analizaron imágenes satelitales y pudieron percibir una respuesta espectral diferente en algunas quintas, coincidente con cuadros o situaciones donde el manejo del cultivo se vio resentido por la falta, en distinto grado, de insumos y labores. Por otro lado, cabe destacar que unas 20.000 hectáreas fueron inscritas en los diferentes programas de exportación; una cantidad sensiblemente inferior a la de la campaña pasada.
El clima
El clima contribuyó al estado actual de las plantaciones cítricas, por lo que la Eeaoc hizo un análisis de este. Según el balance hidrológico, que contempla precipitaciones y evapotranspiración potencial -realizado por la sección Agrometeorología, a cargo de Jorge Forciniti-, para cuatro localidades como ejemplos, (La Cruz, El Colmenar, Pueblo Viejo y Santa Ana, norte y sur respectivamente), a excepción de Pueblo Viejo donde las lluvias fueron menos irregulares, en los otros casos se registró una marcada disminución de estas a partir de octubre, lo cual se acentuó durante febrero y durante los primeros 20 días de marzo. Y en todos los casos, eso estuvo acompañado de elevadas temperaturas. Esto provocó que las curvas de almacenaje de agua útil (para estas se consideran las precipitaciones, temperaturas y evapotranspiración) fueran inferiores a las de la campaña pasada, situación probablemente agravada por el arrastre del déficit anterior.
En consecuencia, las escasas lluvias de la primavera y las elevadas temperaturas, si bien permitieron el cuaje de la floración inicial, no alcanzaron para que se generen nuevas floraciones durante el resto de la primavera ni el verano. Asimismo, estas condiciones generaron una tasa de crecimiento de la fruta más lenta de lo normal, lo cual se ve reflejado hoy en el retraso del inicio de la cosecha en general por falta de calibres adecuados.