Dentro de 28 días los tucumanos habrán elegido un nuevo gobernador. A las 18 exactamente del 14 de mayo todos los candidatos respirarán aliviados. Cuando todavía falta casi un mes, la campaña está siendo más pesada y más dura que nunca. Es que la cancha está barrosa.
Los dirigentes políticos tienen que ir a tocar el timbre de los ciudadanos, mirarlos a la cara y pedirles que los voten. Quien los recibe es seguro alguien que no llega a fin de mes. Que está harto de la inflación. Que siente que la palabra ahorro es un arcaísmo que sólo figura en el diccionario. Que ha sufrido y se ha asustado con la pandemia de Covid-19 y que ahora anda desesperado buscando flit por todos lados porque ya empezó a escasear. Y, lo que es más grave, sea quien fuere que recibe al político en un barrio, en una ciudad o en un pueblito está hastiado por la sensación de inseguridad.
El panorama que encuentran los candidatos es hostil. La pobreza y la inseguridad no se combaten con un puñado de billetes ni con promesas. Tanto oficialistas como opositores reciben este malestar. Es obvio que los que más padecen son los postulantes del peronismo gobernante que no tiene explicaciones para dar cuando de inseguridad se trata. “¿Cómo le pedimos que tenga esperanza y que si nos votan las cosas pueden cambiar después de la desolación en la que vive?”, confiesa con vergüenza una candidata que más de una vez transita por los pasillos de la Casa de Gobierno.
La inseguridad de Bussi
Con ese agujero negro en el proceso electoral quien corre con más ventaja es el bussismo. Fuerza Republicana llega a estos comicios como la gran incógnita. El noviazgo con Javier Milei es propio de aquellos “Amores de estudiantes” que con tanta precisión supo definir Carlos Gardel: “Hoy un juramento, mañana una traición. Amores de estudiantes flores de un día son”.
Por ahora Milei y Ricardo Bussi atraviesan esos maravillosos momentos de pasión de los primeros días. En ese marco el discurso de Bussi es el más acertado para la desesperación de los tucumanos. Sin discutir la impresentable idea de armarse para defenderse, el ciudadano siente que Bussi al menos termina siendo quien más atento está a sus preocupaciones.
De todos modos, esta estrategia, ¿le dará más votos a FR? Las repuestas difieren según si el interlocutor es oficialista u opositor. Hasta estas elecciones Bussi siempre fue un problema para los opositores porque les restaba sufragios. Esta vez la preocupación también cae en los peronistas que comprueban que también les merma votos a ellos.
En la oposición sienten que estos comicios tal vez sean los primeros en los que Bussi no será un fantasma incómodo. “El acuerdo y la forma en que se han amalgamado las figuras de Sánchez y de Alfaro contribuyen a que Bussi no sea una añoranza”, razona un candidato a legislador de Juntos por el Cambio que derrocha optimismo.
Desde el jardín
También un 14, pero de junio y de 1933 nació Jerzy Kosinski, ese polaco que se hizo estadounidense es el autor de aquella célebre y atrapante novela que tituló “Desde el Jardín”. En esa obra el señor Chance se convierte en un gran político que llega a triunfar con la simpleza y la sencillez que le da aferrarse a su mundo: el jardín que el atiende ejerciendo el oficio de jardinero. Es utilizando esos conocimientos con los que él responde a las más difíciles y complejas encrucijadas que se le plantean en su vida como político. La sociedad se enamora de esas metáforas “jardineras” y las interpreta a su manera reconociéndole logros y capacidades que ni el mismo señor Chance sabe que las tiene.
Esta semana que ya nunca más volverá se lleva la entrevista que el periodista de LA GACETA José Názaro le hizo a Roberto Sánchez en el Foro Económico del NOA. Uno de los empresarios, después de ver la simpleza de las respuestas del candidato a gobernador de Juntos por el Cambio, lo comparó con el señor Chance. Sánchez no descuella en sus intervenciones públicas, pero sin embargo, como en la novela de Desde el Jardín, muchos terminan valorando sus actitudes e interpretando a su manera y como metáforas sus respuestas. En una de las tantas reuniones que se hicieron a lo largo de la ruta 38, más de un vecino destacó la potencia -lo dijo con término más de barrio- de Sánchez para enfrentar al oficialismo. Nada más alejado de la realidad, sin embargo, en la campaña, Sánchez sigue sumando optimismo en las huestes opositoras. La última vez que los tucumanos recordaron la obra de Kosinski fue cuando Ramón Ortega quiso cumplir su sueño de ser gobernador de Tucumán.
El Antón Pirulero
Mientras en la oposición todos evalúan cuánta fuerza tienen para soñar, en el oficialismo sienten que la suerte está echada e su favor. Tienen claro que la gran pelea se dará en la Capital y con los últimos números que les acercó Hugo Haime -muy pocos vieron las encuestas- más se envalentonan.
En este municipio central por el cual se pelearán dos mujeres es el bastión principal para el peronismo oficialista. Esto desvela a Juan Manzur, quien parece estar jugando al Antón Pirulero con Osvaldo Jaldo.
El vicegobernador atiende el juego del interior. Tanto la sección Este como la Oeste son su obsesión. A Manzur lo desvela la Capital. Es que el juego de Jaldo es ser gobernador, para eso trabaja desde las 5 hasta las 23 de cada día. En cambio, Manzur está desesperado por su carrera nacional. El también atiende su juego y su objetivo es llevar a la Nación el triunfo en una fortaleza importante como puede ser la capital tucumana.
En este Antón Pirulero, ¿Manzur, quiere que Jaldo saque una gran diferencia en el interior y demuestre que obtuvo más sufragios que él en la Capital? La pregunta seguramente es dañina, pero no salió de boca de un opositor sino del propio oficialismo.
En el oficialismo nadie duda de un triunfo, pero todos compiten entre todos. Ninguno de los candidatos a legislador o concejal sueña con sacar más de una banca. Entre los más ambiciosos aparece el acople encabezado por Tulio Caponio, que confía en obtener más de una banca. Objetivo harto difícil en Capital. Un gran triunfo para un acomple será por lo menos conseguir un escaño. Los tiempos han cambiado. No son como otras elecciones. Otro que hizo una gran apuesta con su armado fue el diputado Carlos Cisneros, quien busca fortalecer su poder con la candidatura a intendenta de Rossana Chahla y un acople en la que las figuras son los candidatos de la Bancaria, que dejaron en segundo plano a los ministros. Pero el Antón Pirulero ha provocado algunas discrepancias y tensiones en la vida política oficialista porque la campaña de Chahla se apoya principalmente en la estrategia de Activar (la estructura de los bancarios) antes que en la del oficialismo. Esto ha empezado a provocar resquemores.
Síntomas de debilidad
En la oposición la Capital ha reunido como candidatos a legisladores a tres ex postulantes a gobernador o con aspiraciones a llegar a esa primera magistratura. Silvia Elías de Pérez, José Cano y Domingo Amaya van a pelear por una banca teniendo este trío un electorado muy parecido. Los ayudará la diáspora de postulantes oficialistas.
Pero este trío que fue protagonista de la vida política en la última década debe estar menos preocupado que la novel estructura de CREO, que llega a estos comicios descuajeringado respecto de las últimas elecciones. Entonces habían obtenido una banca de diputados producto de un inteligente acuerdo. En esta oportunidad, se quedaron sin el pan y sin las tortas más apetecibles porque la estrategia elegida parece equivocada. Junto a Patricia Bullrich estuvo en el encuentro de Fenoa Ricardo López Murphy, quien tuvo elogiosas palabras para la diputada Paula Omodeo. Pero el trabajo en la Cámara Baja es muy distinto al barro electoral tucumano. Varios dirigentes de CREO apuestan a diferenciarse de los demás partidos. Sin embargo, estas elecciones les están demostrando que van a tener que dar batalla con las armas propias de la política. De lo contrario no van a poder crecer. En esa confusión está inmerso el partido de Sebastián Murga. No tendrán futuro auspicioso si se mantienen en la confusión actual.
Un sistema canceroso
A oficialistas y opositores los acosa la inseguridad, pero también la pobreza y la inflación contribuyen a que la siembra de ilusiones que implica una campaña no encuentra tierra fértil. Por eso el costo de la campaña empieza a ser mayor. El único incentivo es la comercialización del voto. Y, aunque lo nieguen, la mayor cantidad de fondos para encarar esos gastos salen de los fondos públicos. El sistema electoral que alguna vez pergeñó José Alperovich para perpetuarse en el poder empieza a ser oneroso además de corrupto. Ganare quien ganare, les haría un gran bien a las instituciones tucumanas encarar de una vez por todas la reforma electoral. Los políticos que tanto se beneficiaron en los últimos cuatro lustros empiezan a entender que esta mentira también tiene patas cortas, como todas.