Son las 8 y media de la mañana y el frío se hace sentir en la puerta de la escuela Salas y Valdéz, de Tafí Viejo. Súper abrigados y enojados, los vecinos más puntuales esperan que se abra el portón para poder votar. El tiempo pasa y no hay novedades. Solo tres de los 15 presidentes de mesa que debían presentarse lo hicieron. Las autoridades buscan cómo solucionar el problema, mientras tanto el malestar crece.

A la misma hora, las cosas no eran distintas en varios establecimientos de la “Ciudad del limón”, ni en Las Talitas, donde hubo demoras de una hora y largas colas de votantes. En Yerba Buena, si bien el inicio de la jornada electoral se retrasó, en varias instituciones no hubo demasiados inconvenientes porque los electores durmieron un poco más y recién fueron a las urnas a media mañana.

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Fue un día de muchos contrastes. De enojos. De espera. De desconfianza. De desilusión. De esperanzas. De orgullo. De alegría. De nervios. Mientras que en algunas escuelas había que bajarse a una o dos cuadras de distancia, caminar y luego hacer largas colas, otras estuvieron desoladas a primera hora de la mañana.

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En el colegio Inmaculado Corazón de María, en Tafí Viejo, sobraban los fiscales de los partidos (hasta 22 por mesa), pero faltaron presidentes de mesa. Lo mismo ocurrió en la escuela Salas y Valdez, donde recién pudieron empezar a votar a las 10, después de que algunos de los electores se ofrecieron para trabajar. Uno de ellos fue Federico, de 22 años. Aunque no le gusta mucho la política, tuvo que aprender en cinco minutos cómo se dirige una mesa electoral.

FOTO LA GACETA/ANALÍA JARAMILLO

“Vine a las 8.15 para ser puntual. Tengo 72 años y estoy mal de salud, pero me pareció importante hacer valer mis derechos. Por eso estoy aquí. Y es una falta de respeto lo que ocurrió”, protestó Nilda Lescano, mientras aguardaba en una cola que daba una vuelta a la mañana.

La directora de la escuela, Lucrecia Velardez, no podía salir de su asombro. “Primera vez que pasa algo así”, explicó, tratando de calmar a los vecinos y a los fiscales, que no tardaron en denunciar irregularidades porque, según algunos de ellos, había urnas que llegaron cerradas y no había fajas. “Esto es un llamado de atención; es necesario tener comicios más transparentes y el voto electrónico cuanto antes”, dijo uno de ellos.

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También en la escuela de la Villa Obrera hubo demoras. En la popular zona taficeña, el tránsito fue un caos, ya que las angostas calles soportaron un intenso ir y venir de vehículos llevando y trayendo gente a votar.

“A mí me trajo un vecino. Me enfurece ver todo este movimiento, parece que van arriando gente. Además, están vendiendo los vos. Ofrecen plata o bolsones. El gobierno le quitó la dignidad al pueblo”, renegó Pedro Caciota, de 75 años.

En Las Talitas, el panorama fue bastante parecido. Decenas de vehículos -que portaban en el parabrisas el cartel de un candidato- se encargaron de recorrer los barrios para llevar votantes a las escuelas.

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Dentro de los establecimientos,  los electores esperaron hasta dos horas para votar. Las mesas se habilitaron tarde. Además hubo constantes denuncias por falta de boletas, situación que hizo más lento el proceso. Nicole Argañaraz y Patricia Cisneros, fiscales generales en la escuela Julio Corzo, reclamaron que todo estuvo muy desordenado: faltaban elementos y no alcanzaban las sillas y mesas en las aulas para exponer los votos. Además, había padrones incompletos.

Sonia Ferreira, que votó por primera vez en Las Talitas, fue testigo de cruces verbales entre autoridades de mesa y fiscales de partidos que reclaman por supuestas irregularidades en uno de los cuartos oscuro de la escuela Nº 256 Provincia de Santa Fe.

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“Ya estoy estresado”, dijo Bautista Páez, que llegó a las 9.30 y no votó hasta pasadas las 11. Bautista, de 16 años, estaba emocionado porque era la primera vez que pondría un sobre en la urna. Su amiga Juliana, de 18, también. “Nos informamos sobre los candidatos y vinimos convencidos de que con nuestro voto podemos cambiar las cosas, que todo empiece a mejorar aquí. Lo que más nos interesa es la seguridad y que haya más inversión en deportes y cultura”, opinaron mientras esperaban su turno en la escuela secundaria Mariano Moreno.

La misma esperanza guarda Oscar Domingo Galindo. Tiene 71 años y le faltan las dos piernas. Aunque no tenía la obligación de votar, no quiso faltar. Por eso, apenas sale del cuarto oscuro, recibe un caluroso aplauso. “En 2017 perdí una pierna por una mala praxis y en 2019 la otra, por una infección. Me cuesta mucho movilizarme; así y todo no dudé en venir a votar porque tengo la ilusión de que todo mejore. Las elecciones son una oportunidad para dejar la queja de lado y apostar a un cambio”, opina.

En las escuelas de Yerba Buena, aunque se sintió el faltazo de las autoridades de mesa, el impacto fue menor. A primera hora, los yerbabuenenses no mostraron mucho interés por participar. En el colegio San Patricio, hasta el mediodía sólo se había presentado el 25% de los electores, según contaron los fiscales generales, Ricardo Iriarte y Diego Gali. “Será un muy largo día. Con la cantidad de boletas y acoples, terminará tarde el escrutinio”, anticiparon.

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Algo similar se vivió en la escuela municipal Petrona de Adami, donde muchos de los fiscales trabajaron relajados e incluso tuvieron tiempo para sentarse en los merenderos a tomar mates, charlar y escuchar lindas historias. Como la de Segundo Orlando Valdez, que desde hace más de 65 años no se ha perdido ni una elección. “Han pasado casi siete décadas y sigo teniendo la misma ilusión: que haya un cambio para bien”, expresa el hombre de 83 años. “Por ley, no tengo la obligación de votar; aunque para mí es una obligación moral y un derecho que puedo ejercer libremente. Además, sueño con dejarles a mis hijos y nietos un mundo mejor”, señaló.

Mercantilización 1 - Deber cívico 0

A Carolina Cuello, en cambio, estas elecciones no la entusiasmaron. “Ayer recién me puse a pensar a quién iba a votar. No confío en ninguno de los candidatos; son siempre los mismos que van rotando. No tienen ni una propuesta interesante”, expresó con total decepción. Luego, tomó impulso, mostró el documento y entró a votar.