Fútbol, crisis y cómo lograr oportunidades

15 Agosto 2023

El fútbol argentino puede dar hoy testimonio sobre que siempre existen dos lados, o más, en cualquier historia. Hay una en particular, la referida a la aparición de una buena cantidad de jugadores jóvenes no nacidos en el país y puestos hace tiempo en el radar de las selecciones nacionales, que llama la atención. Porque en su gran mayoría son hijos de padres exiliados por la crisis de 2001. Un fenómeno que parece estar destinado a extenderse, en vista a que el país no logra estabilidad y el éxodo de ciudadanos sigue siendo una realidad.

En esta particular situación que nace de una raíz negativa, que el fútbol haya sacado provecho poniendo en práctica un proyecto de largo plazo del seleccionado resulta singular. Al mismo tiempo nos pone ante un escenario que no es nuevo, pero que de forma permanente se recicla. La cruz de la moneda de una realidad nacional que, al fin y al cabo, nos deja ante su cara en ciertas circunstancias. Y ya no sólo en una cuestión deportiva, sino también en otras actividades.

Mucho se habló sobre la emigración argentina en los últimos años. Las crisis económicas, políticas y sociales o las dificultades de acceso al mercado laboral fueron decisivas. Pero también hubo quienes sintieron el deseo de explorar el mundo y aprender a vivir inmersos en otras costumbres y cultura.

Esta emigración de comienzos de siglo generó en el fútbol una paradoja: los hijos de esos argentinos (en un buen número y aunque hayan nacido en otro país), se inclinan hoy por relacionarse con la camiseta celeste y blanca, en sus distintas categorías.

Hace algunos días, el entrenador de la Selección mayor, Lionel Scaloni, deslizó que en la próxima lista de citados para jugarán las inminentes Eliminatorias camino al Mundial de 2026 seguirá incluyendo a jugadores sub 23. Su adelanto es lógico: la AFA lleva adelante un proyecto de largo plazo, aquel que promueve la integración de jugadores jóvenes, incluso los que no nacieron en la Argentina.

Este programa nació con la formación de un departamento de scouting de las selecciones juveniles en 2021. Menos de un año después, Scaloni convocó a un grupo de jugadores sub 20 instalados en el Viejo Continente. La mayoría de los fanáticos jamás había escuchado de ellos.

Los llamados “europibes”, en el que incluso aparecen jugadores sub 15, no son pocos. En la lista aparecen unos 30 chicos con ya alguna citación a las selecciones. Lo llamativo del caso es que son casi 500 los que están bajo permanente observación. Juegan en una amplia mayoría en equipos de pueblos o clubes poco conocidos.

A esta realidad se le suma que, fronteras adentro, sigue siendo inagotable la formación de jugadores talentosos. Un caso reciente se dio con la llegada del juvenil tucumano Ricardo Solbes a Roma, de Italia.

Está claro que estamos ante un presente y un futuro promisorios para el fútbol nacional. Son los jóvenes los que alimentan los sueños del futuro del fútbol argentino, y también los de los fanáticos. Detrás de todo esto asoma también un aprendizaje: aun ante las situaciones más difíciles, puede haber salida. Saber ver las oportunidades y las cosas positivas en los cambios y momentos de crisis ayuda para seguir avanzando.

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