Urgen coincidencias básicas para calmar al país

17 Agosto 2023

La profunda crisis que atenaza al país entero se desató con crudeza tras el resultado de las elecciones primarias abiertas. La inflación y la desconfianza ya asomaban con cierta cotidianeidad en medio de debates sobre la política y el futuro de los argentinos, pero el lunes, después de los comicios, se vieron la desazón y el hartazgo de un alto porcentaje de la sociedad y las expectativas generales de que antes o después debe producirse un cambio en el derrotero del país.

Al mismo tiempo, se produjo una devaluación oficial, acompañada de una especie de desenfreno de suba de precios y valores hasta llegar a un punto de fuerte incertidumbre, caracterizada por remarcaciones y desabastecimiento, en medio del pánico general.

La discusión política está centrada en el impacto que ha tenido sobre el cuerpo social el candidato de Libertad Avanza, visto como catalizador del hartazgo de una sociedad profundamente sometida a la grieta y atormentada por los problemas de una economía que nunca parece dejar de tocar fondo. Y precisamente esto, el caos económico, es lo que las parecieron señalar las urnas.

Al igual que en las PASO de 2019, los mercados se dispararon con un sacudón económico y una corrida que dio lugar a una remarcación general de precios y a ese comportamiento de “sálvese quien pueda” que parece transformar a los ciudadanos en habitantes de una selva en la que se impone la lucha por la supervivencia. Lucha en la que, al final, casi todos son perdedores, compañeros de este barco que en estos días parece haber quedado como a la deriva.

Fuerte impacto han causado, en este sentido, las palabras de la dueña de una ferretería entrevistada ayer en LA GACETA, que ha expresado, ciertamente desde una lógica mirada política, su frustración por las reiteradas caídas en el pozo y el dolor que le genera que sus hijos, que apuestan por el país, hayan pensado en la posibilidad de irse a probar suerte en otros lugares. Dijo que es la peor crisis en que ha caído la Argentina y que teme que se paralice la economía. Pero también abriga esperanzas de que las cosas puedan cambiar y pone firme actitud de seguir luchando, aun frente al viento embravecido de la desesperanza.

Conviene atender el llamado de atención que recibió la dirigencia política pero también es bueno reflexionar sobre la fragilidad económica en que vivimos los argentinos, tan acostumbrados a estos padeceres que por un lado estamos anestesiados y por otro lado nos entregamos al huracán sin saber bien dónde está la luz. Es importante, en este sentido, que quienes tienen tareas de responsabilidad en la política y en la administración actúen con cautela pero con firmeza, ampliando el máximo posible la convocatoria al consenso.

En el caso de las autoridades, cabe esperar que no se queden calladas sino que sepan dar mensajes a la comunidad apropiados para aplacar la vorágine y despojados de la virulencia de la campaña política; que no profundicen el derroche de gasto público ni impulsen más medidas que acrecienten la inflación por los volátiles meses que faltan hasta diciembre, cuando se produzca el cambio de gobierno. Y los opositores deberían emitir señales de voluntad de alcanzar coincidencias para enfrentar con calma los males que nos aquejan, a fin de calmar el huracán y avizorar una salida de esperanza.

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