En Tucumán, el destino final de la basura siempre fue una cuestión compleja y polémica para las administraciones provinciales y municipales, tanto en el presente como a principios del siglo XX.
Hace más de un siglo se desató un conflicto, cuando la quema de basura en la zona de Los Vázquez afectaba a toda la capital. El recordado vaciadero, que funcionaba a la vera de la avenida de Circunvalación y en las cercanías del Mercofrut, ya era noticia en octubre de 1917. Una pequeña nota bajo el título “La quema de basura” ocupaba un lugar importante mezclada con las noticias que venían desde Europa, donde se desarrollaba la Primera Guerra Mundial, y las crónicas que informaban sobre el avance de la gran huelga ferroviaria que había comenzado en septiembre.
Quejas de vecinos
“Los vecinos de la quema de las basuras piensan elevar una queja a la Municipalidad por el estado deplorable en que se encuentra aquel foco de infección, peligro permanente para la población de Los Vázquez”. Así comenzaba la nota que en su bajada exigía: “se impone su traslado”. Como se ve el vaciadero ya era noticia por sus efectos sobre el ambiente. El manejo de los residuos urbanos comenzó a ser preocupación de las autoridades hacia fines del siglo XIX. El intendente Zenón Santillán consideraba en 1897 que las consecuencias “no pueden ser peores: depósitos de basura a las puertas de la población que infectan la atmósfera”. Se quejaba de los depósitos de desperdicios que obstruían las calles. De él parte la idea de instalar hornos crematorios como obra urgente para beneficio de la ciudad. La primera licitación fue fallida ya que el ganador no se presentó a la firma del contrato. En octubre de 1899 se contrata a Francisco Pellegrini para que apreste los hornos que él mismo había diseñado y la Municipalidad se hizo cargo de la recolección. La comuna obtuvo los terrenos que pertenecieron al ex ingenio Perseverancia, que molió hasta principios de la década de 1890 y que se ubicaban en la zona de Los Vázquez.
Las cuatro manzanas donde se instalaron los crematorios rápidamente pasaron a llamarse “La quema de la basura”. El adelanto que significó para la época fue destacado por la prensa que decía que ni Buenos Aires lo tenía.
Por su parte el prestigioso médico higienista Emilio Coni, cuando participó del congreso latinoamericano de 1900, alabó el sistema tucumano, que permitía procesar unas 30 toneladas diarias de basura.
Otro lugar en 1917
Volviendo a 1917: “es ya tiempo de que las autoridades municipales, prestando oído a las reiteradas protestas del vecindario de Los Vázquez, busquen un sitio más adecuado para la quema de basura eligiendo un paraje menos poblado que el actual”, se escribía.
Como se ve, en aquel entonces ya se hacía necesario el traslado del vaciadero. La “quema” estuvo activa hasta la década de 1920 cuando fueron clausurados los hornos debido a que la zona se había comenzado a poblar de viviendas. El cierre definitivo tuvo que esperar más de 80 años.
La crónica centenaria señalaba: “todos los años, al aproximarse la estación de los grandes calores, se levanta este clamor público, el que hasta ahora va cayendo en el vacío. Y cada vez se hace más insoportable la vecindad de ese enorme depósito de inmundicias, convertido ahora en cría de cerdos, según denuncias que acaban de llegar a esta redacción”.
Luego de más de 13 años de lucha, allá por 2004, y en medio de interminables denuncias de ambientalistas, se cerró el predio de Los Vázquez, que se ubicaba a la vera del río Salí, y que recibía 400 toneladas diarias de basura. Los estudios efectuados por universidades y entidades ecológicas sobre la contaminación del río fueron contundentes, pero aun así llevó unos años a las autoridades cerrar Pacará Pintado.
Como si nada se hubiese aprendido, la basura del Gran San Miguel de Tucumán comenzó a arrojarse en 2004 en el predio de Pacará Pintado. Las denuncias por contaminación del río Salí y del aire en la zona de San Andrés se sucedieron a lo largo de esos años. La Provincia comenzó a buscar entonces un nuevo predio donde llevar la basura. Los informes cruzados sobre la viabilidad del vertedero de Pacará Pintado y la contaminación del río hicieron que sea cerrado.
Está calculado que por día cada tucumano genera entre 800 gramos y un kilo de basura. En la capital se juntan 500 toneladas diarias y si se suman los municipios que forman parte del Consorcio Metropolitano (Alderetes, Banda del Río Salí, Las Talitas, San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo y Yerba Buena y varias comunas) la cantidad llega a 800 toneladas por día.
La disposición final se realiza en Overa Pozo, en la comuna de Colombres (a unos 50 kilómetros de la capital) en unas celdas de 300 metros de largo por 100 de ancho, que están calculadas para contener los residuos de los próximos 40 años. En 2010 comenzó a operar la planta de ese lugar y nuestro relato de junio de aquel año expresaba: “Con sus palas gigantes, las topadoras y las motoniveladoras avanzan sobre el terreno para consolidar lo que ahora parece un enorme cráter, pero que pronto será una celda de depósito de los residuos. En Overa Pozo hay tantas maquinarias trabajando que se dispuso una guardia policial permanente en la nueva planta de disposición final de los residuos sólidos urbanos”.
Por entonces los representantes del consorcio intermunicipal que administraba el lugar señalaban que “el camino de acceso al predio está listo y que la primera celda biodigestora está en un 70% de su construcción”.
Etapas
- A principios de 2009, se resolvió cambiar de lugar la disposición final de los residuos para descomprimir la planta de Pacará Pintado.
- Tras analizar varias alternativas se eligió al predio de Overa Pozo, con una superficie de 30 hectáreas en la primera etapa.
- En agosto de 2009 se creó el consorcio con seis municipios: capital, Yerba Buena, Las Talitas, Alderetes, Banda del Río Salí y Tafí Viejo.
- En Overa Pozo se iban a construir dos celdas (en dos etapas distintas) para la disposición de los residuos urbanos. La segunda comenzó en 2015
5- Cada camión tiene capacidad para 25 toneladas. Por día se realizarán alrededor de 35 viajes de Pacará Pintado a Overa Pozo.