“Cuando despertamos ante las bellezas de las cuatro estaciones y entramos en contacto con ellas, cuando sentimos la felicidad de habernos encontrado con la belleza, es cuando más pensamos en quienes amamos y deseamos compartir con ellos esa felicidad”, escribió en El bello Japón y yo y pronunció Yasunari Kawabata a modo de discurso en 1968, al ganar el Nobel de Literatura, que lo transformó en el primer escritor japonés en obtenerlo y en el segundo asiático, detrás del poeta bengalí Rabindranath Tagore. Y esa contemplación de la belleza de la naturaleza como disparador de pensamientos lindos para con los seres queridos se hace presente en su obra. Por ejemplo, en La casa de las bellas durmientes, la belleza a contemplar estará focalizada en el cuerpo desnudo de esas jóvenes vírgenes narcotizadas, con las que hombres ancianos pueden pasar la noche pero con la regla explícita de no tocarlas. Sólo pueden observarlas, sentir sus olores y escucharlas respirar. A Eguchi, el viejo protagonista de la novela, cada una de las visitas a esa casa lo llevará a pensar en las distintas mujeres que atravesaron su vida. Y esa estrecha relación entre contemplación-pensamiento-felicidad reaparece una vez más en Segundo matrimonio (editada como novela en 1953), y reciente publicación de Emecé. Casi 60 años hubo que esperar para tener una traducción al español desde el original japonés, y la deuda ha sido saldada con creces porque quien firma la traducción junto a Mami Goda es Amalia Sato. En esta novela corta, será la contemplación de un manzano, que ofrece “su contorno a las sombras ligeras de la primavera”, lo que permite despertar en los personajes un atisbo de pensamiento positivo, una tenue brisa de amor o quizá de compasión.
En Segundo matrimonio la belleza y luminosidad poética de la prosa de Kawabata, sus descripciones, y la economía y precisión de sus diálogos se contraponen a la oscuridad y tempestad que habitan en los personajes, a quienes nunca terminamos de comprender ni conocer. Tenemos un narrador masculino, que al momento del relato promedia los 40 años de edad, que contrae matrimonio casi tres lustros antes con Tokiko, una joven viuda que había estado casada con un profesor de renombre, y que había abandonado a sus dos pequeños hijos dejándolos al cuidado de la familia política cuando intentaron obligarla a casarse con el hermano menor del difunto. El vínculo entre madre-hija que se restablece casi diez años después, se mantiene distante (el tiempo transcurrido ha hecho su trabajo) y estará mediado por un tercero en discordia: el narrador-padrastro-esposo y por un episodio que oficia como catalizador: Fusako, la hija de Tokiko, anuncia que va a casarse.
Nuevas percepciones
Admirado en Occidente por un amplio abanico de escritores, desde García Márquez a Mario Bellatin, Yasunari Kawabata -que se formó universitariamente en literatura inglesa para luego mudar a la japonesa- post paso universitario junto a otros intelectuales y escritores adhirió al Shinkankaku-ha (“el arte de las nuevas percepciones”), estilo que bajo la influencia de distintas vanguardias llevó la esencia nipona mucho más allá, alejándola de la lógica y acercándola a nuevas formas de percibir. Ahí, la importancia de “la contemplación”. Estas nuevas obras que coquetearon tanto con la tradición como con la modernidad, fueron posibles porque nacieron bajo el cielo imperialista japonés que les permitió a esa camada de escritores gozar de cierta libertad para escribir.
Kawabata, al igual que muchos de sus personajes, tuvo una vida cercana a la muerte. Huérfano desde los cuatro años, fue separado de su hermana -que murió siendo niña- y fue criado por sus abuelos, quienes poco después también murieron. En su juventud no tardó en trazar amistad con Ryunosuke Akutagawa, quien se suicidó tempranamente en 1927, y con Yukio Mishima, quien en 1970 haría lo propio vía seppuku. El 16 de abril de 1972, Kawabata fue encontrado muerto en su pequeño departamento a orillas del mar, de cara a la naturaleza. El olor a gas, que invadía el lugar convenció a todos de cuál había sido la causa de su muerte. Unos leyeron un suicidio razonado, mientras que otros atribuyeron el deceso a un simple descuido.
PERFIL
Yasunari Kawabata nació y murió en Osaka (1899 - 1972). Escribió más de 12.000 páginas de novelas, cuentos y artículos, y se convirtió en uno de los escritores japoneses más populares dentro y fuera de su país. Su profunda amistad con el escritor Yukio Mishima, del que fue mentor y difusor, quedó registrada en Correspondencia (1945-1970). Recibió el premio Nobel de Literatura en 1968. Entre sus obras se destacan Lo bello y lo triste, País de nieve, Mil grullas y La casa de las bellas durmientes. Kawabata se suicidó a los 72 años.
Flavio Mogetta
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