Jueves por la noche en la Bombonera

Hay pocas cosas que disfrute más el hincha que un clásico. Y, este fin de semana, el fútbol argentino se los ofrece todos juntos.

LA BOMBONERA. La dirigencia xeneize presentó el proyecto ante la Legislatura porteña. LA BOMBONERA. La dirigencia "xeneize" presentó el proyecto ante la Legislatura porteña.

Boca, pese al empate sin goles, acaba de jugar un buen partido contra Palmeiras por semifinal de ida de la Libertadores. El sueño de la séptima. “La Libertadores es mi obsesión”. Los jugadores dieron todo. Están extenuados. Algunos, como el volante Christian Medina, casi no pueden caminar. Pero la hinchada no piensa en la revancha. Le recuerda a esos jugadores extenuados que primero está el Superclásico contra River y que “el domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”.

Hay pocas cosas que disfrute más el hincha que un clásico. Y el fútbol argentino se los ofrece todos juntos. No importa, si hablamos por ejemplo de La Plata, si la emergencia en Gimnasia obliga a poner muchos pibes. Y tampoco importa si Estudiantes todavía sigue golpeado por su injusta eliminación en la Sudamericana contra Corinthians (pocas veces vi tanta superioridad de un equipo argentino sobre otro brasileño en aquel primer tiempo). No importa nada. Cueste lo que cueste, siguen cantando los hinchas, los del equipo que sea, el domingo tenemos que ganar.

Tampoco importará entonces si Boca recurrirá a los suplentes porque el próximo jueves tiene la revancha contra Palmeiras en Brasil y la “obsesión” es la Libertadores. Y mucho menos importará si River se disparó un tiro en los pies tras la crisis interna que provocó el off the record de Martín Demichelis. Los dos grandes, como todos, también tienen que ganar. Como si el juego (porque eso también es el fútbol) no contemplara justamente la posibilidad de derrota, algo que forma parte de la esencia a la hora de competir. Y, además, como si ganar o perder dependiera solo de los nuestros. Porque el otro “no existe”. Pero existe, sí. Sin el otro ni siquiera habría clásico.

Lo más curioso es que el historial de los clásicos está lleno de empates. Ya se sabe, cuanto más hay en juego menos se juega. Suele ser tanta la tensión que, muchas veces, especialmente cuando el reloj comienza a avanzar, los rivales clásicos parecen firmar un pacto tácito de no agresión. Sucede en partidos normales. Mucho más en un clásico. ¿Para qué complicarnos, para qué arriesgar y exponerse si ya queda poco?

Si no hay rival clásico en Primera, la AFA busca cómo forzar el enfrentamiento. Atlético Tucumán jugará entonces una rivalidad provincial contra Central Córdoba, pero con un historial de apenas 16 partidos entre sí, como advierte el colega Alejandro Fabbri, autor del libro “Clásicos”. Difícil decirle clásico a un duelo con tan poca historia. Tucumanos y santiagueños, eso sí, al menos se enfrentaron más que Barracas-Sarmiento, que lo hicieron apenas once veces. 

El otro condimento de los clásicos es el duelo de hinchadas. Pero esa es una fiesta de las que nos privamos desde hace ya una década. La decisión de no permitir hinchas visitantes, hay que aceptarlo, aunque duela, hizo disminuir de modo notable la violencia, reducida a confrontaciones internas entre barras de un mismo equipo. El precio es que se perdió color, el inolvidable “diálogo” de hinchadas. Y también, por qué no, la posibilidad de que una hinchada rival reconozca a un jugador que no es suyo. Solía suceder décadas atrás (lo viví de pibe sorprendido en un estadio, con la hinchada de mi rival clásico aplaudiendo a mi ídolo, que salía expulsado). Eran otros tiempos. Cuando la fiesta del clásico, más allá de victoria o derrota, tenía al menos más chance de ser compartida. 

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