Massa pidió el voto de los radicales, dijo que la grieta “se murió” y que convocará a un gobierno de unidad nacional

Sin mencionar a Cristina Kirchner ni a Alberto Fernández, el candidato de Unión por la Patria también buscó el apoyo de la izquierda.

EN EL ESCENARIO. Massa se mostró emocionado durante su discurso. EN EL ESCENARIO. Massa se mostró emocionado durante su discurso.

Solo, sin acompañantes en el escenario, Sergio Massa envió anoche varios mensajes. El primero fue hacia el interior de Unión por la Patria: el único líder de ese espacio político es él. Ni la vicepresidenta Cristina Kirchner, ni su hijo Máximo, ni el reelecto gobernador bonaerense Axel Kicillof, ni el presidente Alberto Fernández. Los casi ocho puntos de diferencia que remontó entre las PASO y las presidenciales lo respaldan. El resto de los mensajes fueron hacia afuera: le habló a los radicales, le habló a los votantes de Juntos por el Cambio (que anoche terminaron en tercer lugar, lejos del balotaje que el tigrense disputará con Javier Milei), le habló al campo, a los empresarios y a los sindicatos. A todos les prometió alguna generalidad. Inclusive, se animó a pronosticar que “la grieta se murió”.

A diferencia de las primarias, cuando reconoció la derrota rodeado por diversos dirigentes kirchneristas, esta vez el también ministro de Economía trató de capitalizar la imagen triunfal. A tal punto que recién al final del discurso invitó a subir al escenario a su compañero de fórmula, Agustín Rossi, y a las familias de ambos.

“Quiero hablarles a los argentinos y argentinas que fueron al cuarto oscuro, pero votaron en blanco; a los que, a lo mejor con desesperanza o con bronca se quedaron en su casa. Quiero hablarle a los eligieron a Myriam (Bregman), a Juan (Schiaretti). A esos miles y miles de radicales que comparten con nosotros valores democráticos como la educación pública, como la independencia de poderes, como la construcción de valores institucionales que la Argentina merece. Pero también a aquellos que eligieron otra opción pensando en la necesidad de tener una Argentina en paz, con orden. A todos ellos quiero decirles que voy a hacer el mayor de los esfuerzos en los próximos 30 días para ganarme su confianza”, expresó.

En su discurso retomó una idea que ya había generado algunas incomodidades en Juntos por el Cambio durante la campaña (especialmente cuando la pronunció en un acto en el que también estaban los gobernadores de Jujuy y de Corrientes, Gerardo Morales y Gustavo Valdés, respectivamente): la de convocar a un gobierno de unidad nacional. “Creo que es muy importante que tengamos la capacidad de abrir una nueva etapa institucional en la Argentina para construir una industria fuerte frente aquellos que plantean una apertura indiscriminada de la importaciones. Para aquellos que quieren más política educativa de calidad inclusiva frente a los que pretenden vouchers para nuestros hijos”, enumeró en clara referencia a las propuestas de Milei.

Sin nombrarlos directamente, sus palabras también se interpretaron como un intento de marcar diferencias con el kirchnerismo y con La Cámpora, expresiones de una política confrontativa y gregaria. “Quiero convocarlos a que tengamos la capacidad de poner punto final a la idea de la destrucción del otro. Si hay algo que ha quedado en claro en esta elección es que la grieta se terminó y empieza una nueva etapa el 10 de diciembre con mi gobierno”.

En un claro guiño a los gobernadores -10 de los cuales serán de JxC si Jorge Macri gana el balotaje en la ciudad de Buenos Aires- dijo que promoverá “unidad con federalismo, pero sin terminar con la coparticipación". Y además les envió un mensaje a las centrales obreras que lo apoyaron en la campaña: “Quiero la construcción de un régimen laboral moderno sin renunciar a derechos conquistados”.

Massa sabe que para ganar la segunda vuelta debe desarrollar un discurso lo suficientemente plástico como para seducir a votantes de espacios que, en algunos casos, se encuentran en las antípodas del pensamiento político. Suena difícil. Pero no imposible. Al fin y al cabo, hasta hace algunas horas también parecía complicado pensar que el ministro de Economía de un gobierno que ostenta dos dígitos de inflación, más del 40% de la población bajo la línea de la pobreza y el dólar blue a más de $1.000 ganara la elección... Paradojas argentinas.

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